
martes, 10 de junio de 2025
SOLUCIONARIO EXAMEN PAU JUNIO DE 2025
viernes, 2 de mayo de 2025
MODELO DE RESPUESTA DEL EXAMEN DE HISTORIA DE LA FILOSOFÍA DEL 30 DE ABRIL, 2º BTO. "A"
INSTRUCCIONES GENERALES Y CALIFICACIÓN
Después de leer atentamente el examen, responda de la siguiente forma:
· Elija un texto entre A y B y responda a las preguntas que se le plantean abajo correspondientes al bloque 1
· Responda a una de las dos preguntas (A o B) del bloque 2 y del bloque 3
TEXTO A:
La conciencia de la necesidad de entablar relaciones con los individuos circundantes es el comienzo de la conciencia de que el hombre vive, en general, dentro de una sociedad. Este comienzo es algo tan animal como la propia vida social en esta fase: es simplemente, una conciencia gregaria y, en este punto, el hombre sólo se distingue del carnero por cuanto su conciencia sustituye al instinto o es el suyo un instinto consciente. Esta conciencia gregaria o tribual se desarrolla y perfecciona después, al aumentar la producción, al acrecentarse las necesidades y al multiplicarse la población, que es el factor sobre que descansan los dos anteriores. De este modo se desarrolla la división del trabajo (...) Con la división del trabajo, que lleva implícitas todas estas contradicciones y que descansa, a su vez, sobre la división natural del trabajo en el seno de la familia y en la división de la sociedad en diversas familias contrapuestas, se da, al mismo tiempo, la distribución y, concretamente, la distribución desigual, tanto cuantitativa como cualitativamente, del trabajo y de sus productos; es decir, la propiedad.
(Karl Marx: La ideología alemana, Introducción)
TEXTO B:
En cuanto a esta actitud, “el hombre contra el mundo”, el hombre como principio “negador del mundo”, el hombre como medida de valor de las cosas, como juez del universo que llega a poner la vida misma en el platillo de su balanza y la calcula demasiado liviana; pues bien, hemos tomado conciencia del prodigioso mal gusto que supone toda esta actitud y nos repugna. Por eso nos reímos en cuanto vemos al “hombre y al mundo”, puestos uno al lado del otro, separados por la sublime pretensión de la partícula “y”. Pero, ¿qué sucede? Al reírnos, ¿no habremos dado un paso de más en el desprecio del hombre y, por consiguiente, también en el pesimismo, en el desprecio de la existencia que nos es cognoscible? ¿No habríamos caído por ello mismo en la sospecha de una contradicción, de la contradicción entre este mundo donde hasta ahora teníamos la sensación de estar en casa con nuestras veneraciones – veneraciones en virtud de las cuales tal vez soportábamos la vida–, y un mundo que no es otro que nosotros mismos? Habríamos caído, así, en la sospecha inexorable, extrema, definitiva respecto a nosotros mismos; sospecha que ejerce de forma cada vez más cruel su dominio sobre los europeos y que podría fácilmente poner a las generaciones futuras ante esta espantosa alternativa: “¡O suprimen sus veneraciones, o se suprimen ustedes mismos!”
(Friedrich Nietzsche: La gaya ciencia, libro 5º, 346)
CUESTIONES:
1: Sobre el texto elegido (5 puntos)
1.- Identifique la tesis principal defendida en el texto propuesto.
2.- Mediante un pequeño texto justificativo ponga en diálogo con algún otro autor, autora o corriente filosófica perteneciente a la misma o a diferente época la cuestión discutida en el texto.
Respuesta cuestión 1, Texto A
La tesis de Marx parte de una consideración de orden antropológico: el hombre es un ser social. Esa sociabilidad es inevitable, connatural a nuestra condición, y genera una de las formas más inmediatas de conciencia, de representación de nuestra propia situación: “La conciencia de la necesidad de entablar relaciones … es el comienzo de la conciencia de que el hombre vive … dentro de una sociedad” (líneas 1 - 2). Marx califica esta sociabilidad de “animal” (línea 3), vinculándola a lo biológico presente en nosotros. No obstante, puntualiza que la sociabilidad es en el animal un mero componente de su instinto, mientras que en nosotros es algo explícito: “… el hombre sólo se distingue del carnero por cuanto su conciencia sustituye al instinto, o es el suyo un instinto consciente” (líneas 4 - 5).
Rousseau concibe el Estado como libre asociación que gestiona la voluntad común de los ciudadanos, reelaborando la teoría contractualista a la que ya habían apuntado las investigaciones de Hobbes y Locke en el mundo anglosajón: el Estado nace de un pacto de asociación (no de sumisión) entre iguales, basado en una “voluntad general” donde todos ganan, una visión conciliadora e ideal que Marx rechazaría por ingenua. El Estado, en la teoría marxista, es una instancia opresora instrumentalizada por la clase capitalista, fuente de alienación y que la sociedad sin clases surgida de la revolución proletaria eliminará, al ser ya innecesario.
El ser humano, “medida del valor de las cosas” (línea 2) como quería Protágoras, no es solo un ser que ha sobreestimado su propio valor, sino que desvalorizado una realidad de la que interesadamente se excluye, convirtiéndose en “negador del mundo” (líneas 1 - 2), enemigo del único espacio-tiempo que puede habitar, juez cuya sentencia condena una vida que considera “demasiado liviana” (línea 3). Esta condena no puede sino provocar rechazo en un espíritu libre: “… hemos tomado conciencia del prodigioso mal gusto que supone toda esta actitud, y nos repugna” (líneas 4 - 5).
La ficticia separación entre hombre y mundo -sobre la que Nietzsche ironiza al considerar la inmensa carga semántica depositada sobre la conjunción “y” (línea 6)- es ridícula en su pretenciosidad. Pero, a la vez, su refutación puede conducir, por un camino opuesto al denunciado -pero igual de implacable-, a la desvalorización del hombre. “¿No habríamos caído por ello mismo en la sospecha de una contradicción, de la contradicción entre este mundo donde hasta ahora teníamos la sensación de estar en casa con nuestras veneraciones …, y un mundo que no es otro que nosotros mismos?” (líneas 9 - 12). El hombre, tanto si niega la realidad, transfigurándola mediante sus creencias -esas “veneraciones en virtud de las cuales soportábamos la vida” (líneas 11 - 12)-, como si secunda sus impulsos escépticos, acaba por parecer risible, pero con una risa que al final se nos hiela: aumentar -ficticiamente- nuestro valor a costa del mundo, o aumentar el valor del mundo a costa de minusvalorarnos son dos modos de proceder que, al final, nos abocan a idéntico pesimismo.
Tomás de Aquino (1225 - 1274), filósofo y teólogo dominico italiano, máximo respresentante de la Escolástica, que volvió a poner en boga el pensamiento de Aristóteles en occidente, presenta una noción de Dios como instancia explicativa del mundo y del orden que constatamos empíricamente en él. Dios es el creador, la Causa Primera, puesto que todo lo que existe ha sido creado por él y es él el que mantiene su existencia. Es un ser necesario, eterno e inmutable, que lo conoce y lo puede todo. Representa la perfección absoluta y es autosuficiente: no depende, en ningún caso de la Creación, sino que toda la Creación es la imagen de Dios. En la Creación aparecen movimientos o cambios, que proporcionan a los entes la capacidad de perfeccionarse, adquiriendo o perdiendo propiedades. Estos cambios pueden ser sustanciales (afectan a las características esenciales) o accidentales (no afectan a las características esenciales).
Sto. Tomás afirma que es posible la demostración de la existencia de Dios a través de la experiencia sensible, a posteriori. Para ello, se pueden escoger dos caminos: uno negativo, que trata de la exclusión de aquello que no se le puede atribuir (Teología negativa); o uno afirmativo, que consiste en atribuir a Dios las características positivas del hombre.
Para llegar a conocer la existencia de Dios tenemos que recurrir a unas pruebas racionales llamadas Vías, que son argumentos cosmológicos puesto que parten del mundo sensible y van hacia Dios. Son demostraciones a posteriori.
Todas las vías tienen un esquema argumentativo similar:
- El punto de partida es un dato real de experiencia sensible del mundo físico, el efecto.
- En un segundo momento, se aplica el principio de Causalidad (todo efecto tiene una causa y esta debe tener tanta realidad o más que el efecto para producirlo).
- En el tercer momento se niega la posibilidad de que estas causas lleguen al infinito.
- Por último, se concluye en la necesidad de la existencia de un ser supremo.
Las cinco vías son:
1. Vía del movimiento. Parte de la observación de la existencia de movimiento y termina afirmando la existencia de Dios como Motor Inmóvil.
2. Vía de la causalidad. Parte de la existencia de causas en el mundo y concluye en la existencia de una Causa Incausada.
3. Vía de la contingencia. Parte de la contingencia del mundo para llegar a la existencia de un ser Necesario.
4. Vía de los grados de perfección. Parte de la existencia de diferentes grados de perfección en las cosas de este mundo y termina proponiendo la existencia de un ser perfectísimo como causa última.
5. Vía teleológica o finalista. Desde el orden del mundo (todos los seres, incluso los irracionales, actúan por un fin) hasta la inteligencia suprema ordenadora.
Según Sto. Tomás, conocemos las características divinas mediante la analogía: el hombre es análogo a Dios, semejante, pero en distinta proporción.
“El hombre es algo que debe ser superado”, proclama el Zaratustra de Nietzsche. El hombre es ese ser que, asustado ante el torbellino de su propia vida (abocada a ser una continua superación de sí mismo), necesitó acudir a "otros mundos", y, por encima de todo, a Dios , y condenar este mundo como apariencia y tristeza, que necesitó la guía de un ser divino para que le dijera lo que estaba bien y mal y lo que tenía que hacer en la vida. El hombre ha acabado por ser pura renuncia, pura negación de sí mismo y de su vitalidad, pura neurosis que se niega a admitir su deseo.
No siempre fue así, pues en la Grecia pre-socrática los hombres habían expresado la realidad de la existencia a través de la creación estética, articulada por medio de la oposición entre lo dionisíaco (lo desbordante e indiferenciado), y lo apolíneo (la medida y el orden), cuya unificación se daba en la tragedia. Esas dos categorías estéticas se personifican en el hombre intuitivo, “héroe desbordante de alegría”, y en el hombre racional, abocado a la desdicha.
Ese segundo tipo de hombre es el que aparece con el socratismo, con su predominio de lo conceptual y lo intelectual, que encubren un rechazo de la vida que la filosofía de Platón consagra al postular un mundo ilusorio -que califica de “mundo verdadero”- frente al mundo empírico.
El hombre tiene que ser superado, y lo será por el superhombre. Todos nosotros estamos en camino de ello, no somos más que "un puente hacia el superhombre".
El superhombre es el sucesor del hombre, cuyas limitaciones morales supera, renunciando a sueños e ilusiones ultraterrenas para afirmar “el sentido de la tierra”. Sabe que su vida es lo único que tiene en el mundo, y está dispuesto a vivirla por sí misma, sin necesidad de que tenga sentido. No necesita recurrir a instancias superiores que le orienten y le encaucen la vida, le diferencien el bien del mal (moral cristiana), lo verdadero de lo falso (ciencia) ni lo real de lo aparente (metafísica), sino que está dispuesto a enfrentarse a su propia vida cara a cara, y sin pedir explicaciones a nada ni a nadie. El superhombre vive en un mundo libre como nunca lo conoció la cultura de Occidente: un mundo donde se ha restaurado la inocencia del devenir, y que está, por tanto, más allá del bien y del mal.
MODELO DE RESPUESTA DEL EXAMEN DE HISTORIA DE LA FILOSOFÍA DEL 28 DE ABRIL, 2º BTO. "B"
INSTRUCCIONES GENERALES Y CALIFICACIÓN
Después de leer atentamente el examen, responda de la siguiente forma:
· Elija un texto entre A y B y responda a las preguntas que se le plantean abajo correspondientes al bloque 1
· Responda a una de las dos preguntas (A o B) del bloque 2 y del bloque 3
TEXTO A:
La producción de la vida, tanto de la propia en el trabajo, como de la ajena en la procreación, se manifiesta inmediatamente como una doble relación -de una parte, como una relación natural, y, de otra, como una relación social-; social, en el sentido de que por ella se entiende la cooperación de diversos individuos, cualesquiera que sean sus condiciones, de cualquier modo y para cualquier fin. De donde se desprende que un determinado modo de producción o una determinada fase industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación o una determinada fase social, modo de cooperación que es, a su vez, una «fuerza productiva»; que la suma de las fuerzas productivas accesibles al hombre condiciona el estado social y que, por tanto, la «historia de la humanidad» debe estudiarse y elaborarse siempre en conexión con la historia de la industria y del intercambio.
(Karl Marx: La ideología alemana, Introducción)
TEXTO B:
"El mayor acontecimiento reciente -que “Dios ha muerto”, que la creencia en el Dios cristiano ha caído en descrédito- empieza desde ahora a extender su sombra sobre Europa. Al menos, a unos pocos, dotados de una suspicacia bastante penetrante, de una mirada bastante sutil para este espectáculo, les parece efectivamente que acaba de ponerse un sol, que una antigua y arraigada confianza ha sido puesta en duda.
Nuestro viejo mundo debe parecerles cada día más crepuscular, más dudoso, más extraño, “más viejo”. Pero, en general, se puede decir que el acontecimiento en sí es demasiado considerable, demasiado lejano, demasiado apartado de la capacidad conceptual de la inmensa mayoría como para que se pueda pretender que ya ha llegado la noticia y, mucho menos aún, que se tome conciencia de lo que ha ocurrido realmente y de todo lo que en adelante se ha de derrumbar, una vez convertida en ruinas esta creencia por el hecho de haber estado fundada y construida sobre ella y, por así decirlo, enredado a ella".
(Friedrich NIETZSCHE: "La gaya ciencia", libro V, 343)
CUESTIONES:
1: Sobre el texto elegido (5 puntos)
1.- Identifique la tesis principal defendida en el texto propuesto.
2.- Mediante un pequeño texto justificativo ponga en diálogo con algún otro autor, autora o corriente filosófica perteneciente a la misma o a diferente época la cuestión discutida en el texto.
Respuesta cuestión 1, Texto A
La "muerte de Dios" supone el fin de una determinada visión de la existencia, caracterizada por la afirmación de un falso sentido de la vida que el cristianismo ha cimentado en una trascendencia consoladora y falaz, una trascendencia ilusoria que traiciona el "sentido de la tierra", es decir, la inmanencia, el enraízamiento en el "aquí y ahora" que constituyen la única certeza posible para el hombre. Con el abandono de la visión cristiana del mundo, un proceso que había venido desarrollándose desde hace siglos, y que se manifiesta plenamente con la modernidad y la secularización de la cultura -siendo por tanto un fenómeno que se da en primer lugar en las élites intelectuales- se derrumban las falsas certezas que el hombre occidental ha construído en su neurótica huída de la realidad: la "verdad" científica, la "verdad" moral, etc. Con la "muerte de Dios" desaparecen, inevitablemente, los valores absolutos edificados por el idealismo.
Solo unos pocos han sido capaces de vislumbrar con lucidez la naturaleza del proceso: "Al menos, a unos pocos, dotados de una suspicacia bastante penetrante, de una mirada bastante sutil para este espectáculo, les parece efectivamente que acaba de ponerse un sol, que una antigua y arraigada confianza ha sido puesta en duda" (líneas 3 - 5). Esos "pocos" son los filófos que han de asumir el vacío que el derrumbe de las viejas creencias produce, y que, consecuentemente, han de asumir el nihilismo como inevitable punto de partida metodológico, un punto de partida y no de llegada pues Nietzsche no aboga por el nihilismo negativo, constatación de la decadencia de los inoperantes y estériles valores de la tradición judeocristiana, sino por un nihilismo positivo que despeje el panorama intelectual de todo dogmatismo para abrir camino a los nuevos valores que creará el superhombre al aplicar su voluntad de poder a una vida que afirme "el sentido de la tierra".
La ética de Tomás de Aquino (1225 - 1274), filósofo y teólogo dominico italiano, máximo respresentante de la Escolástica, se asemeja a la de Aristóteles -autor cuya a cuya introducción en el pensamiento medieval dio un poderoso impulso- en el sentido de que es eudemonista (considera que el fin de la conducta humana es la felicidad) y teleológica (los hombres actúan proponiéndose fines y escogiendo los medios adecuados para conseguirlos).
La vida del hombre no se agota en la tierra, por lo que la felicidad no puede ser algo que se consiga exclusivamente en el mundo terrenal; puesto que el alma del hombre es inmortal, el fin último de las acciones de éste trasciende la vida terrestre y se dirige hacia la contemplación de la primera causa y principio del ser: Dios.
Santo Tomás añade que esta contemplación no la puede alcanzar el hombre por sus propias fuerzas, dada la desproporción entre su naturaleza y la naturaleza divina, por lo que requiere, de alguna manera, de la ayuda de Dios (la gracia), en forma de iluminación especial que permitirá al alma adquirir la capacidad necesaria para alcanzar la visión de Dios.
Sto. Tomás considera que todos los hombres tienen el deseo de contemplar a Dios, y es por esto que todos ellos poseen los elementos necesarios -las virtudes- para alcanzar ese fin. Las virtudes pueden ser de dos clases: morales, cuyo fin es escoger libremente en la vida sensible las conductas buenas, como son la prudencia, la fortaleza, la justicia y la templanza; e intelectuales, como el arte, la inteligencia, la ciencia y la sabiduría. A esas virtudes se añaden las virtudes sobrenaturales (llamadas también "teologales": fe, esperanza y caridad), cuyo fin es la unión con Dios.
El acto moral es un acto libre de la voluntad destinado a conseguir un bien. Un acto es moral (bueno o malo) si es deliberado. Será bueno si, siendo deliberado, está de acuerdo con el orden de la razón, es decir, si está en armonía con el fin último y, por tanto, contribuye a la realización de la esencia del hombre. Por el contrario, será malo, si no está de acuerdo con él.
Al reconocer el bien como el fin de la conducta del hombre, la razón descubre su primer principio: se ha de hacer el bien y evitar el mal. Este principio es la base de la Ley Moral Natural, es decir, el fundamento de toda conducta. De este principio derivan tres preceptos:
- Conservar la vida
- Transmitir la vida para garantizar la especie.
- Buscar el conocimiento de la verdad sobre Dios y vivir en sociedad.
La afirmación de que el hombre es el producto de la creación corresponde a la Ley Eterna.
De la ley natural emanan las Leyes Humanas Positivas, que son aceptadas si no contradicen la ley natural y rechazadas o consideradas injustas si la contradicen.
Hume engloba tanto la estimulación de los sentidos como las ideas del entendimiento bajo el concepto de “percepción”. Nuestro conocimiento está constituido por percepciones, de las cuales las inmediatas, representaciones actuales intensas y precisas, constituyen las “impresiones”, siendo las “ideas” copias débiles e imprecisas de aquellas. La mente conserva las ideas mediante la memoria y las combina mediante la imaginación, proceso que permite obtener ideas complejas a partir de las simples. Ese proceso ocurre merced a las leyes de la asociación: semejanza, contigüidad espacio-temporal o relación causa-efecto.
En su construcción de las ideas, sobre todo las compuestas, la conciencia tiende a generar supuestos y conceptos falsos, sin correlato real alguno, nociones como “causa” o “substancia” para las que no existe una sensación que les corresponda. Al demoler la noción metafísica de “substancia” Hume afirma que incluso el “yo”, tan caro al pensamiento cartesiano, revela su carácter de construcción, de pretendido núcleo inalterable de la personalidad que acaba por revelarse como falso. En cuanto a la idea de “causación”, es un añadido injustificado a lo que no es sino la constatación de una sucesión en el tiempo, sin que seamos capaces de percibir la conexión interna entre dos fenómenos.
El límite del conocimiento humano está establecido por las impresiones: una idea es verdadera cuando le corresponde una impresión sensible; si no se encuentra ninguna impresión que conecte una idea con una experiencia, entonces la idea es falsa. Este “principio de la copia” conlleva una consecuencia implacable para el conocimiento científico: deslegitima completamente su capacidad para establecer predicciones, dado que una impresión futura -meramente hipotética- no puede fundamentar un conocimiento presente. Cualquier predicción es, en definitiva, producto del hábito o la costumbre: esperamos que la realidad se comporte tal como en el pasado ha venido ocurriendo; solo que tal expectativa no es en propiedad un conocimiento legítimo, sino una creencia.
Un conocimiento basado en la experiencia no puede, además, ser universal y necesario, puesto que la experiencia es siempre concreta y particular. Dado que solo la asociación habitual entre ideas genera la creencia en la existencia de un mundo exterior uniforme y regular, la filosofía de Hume conduce a un escepticismo que no salva ya ninguna verdad absoluta, sino que manifiesta un profundo espíritu anti-dogmático.