
miércoles, 22 de mayo de 2024
1er COMENTARIO DE TEXTO HANNAH ARENDT
En lugar de decir que el gobierno totalitario carece de precedentes, podríamos decir también que ha explotado la alternativa misma sobre la que se han basado en filosofía política todas las definiciones de la esencia de los gobiernos, es decir, la alternativa entre el gobierno legal y el ilegal, entre el poder arbitrario y el legítimo … Sin embargo, la dominación totalitaria nos enfrenta con un tipo de gobierno completamente diferente. Es cierto que desafía todas las leyes positivas … pero no opera sin la guía del derecho ni es arbitrario porque afirma que obedece estrictamente a aquellas leyes de la naturaleza o de la historia de las que, supuestamente, proceden todas las leyes positivas.
(“Los orígenes del totalitarismo”, 1951)
Exponer las ideas fundamentales del texto propuesto y la relación que existe entre ellas.
En el presente texto Hannah Arendt (1906 - 1975, teórica germano-norteamericana de origen judío) señala la pretensión del gobierno totalitario de presentarse a sí mismo, frente a su posible arbitrariedad, como un modelo político asentado sobre unas leyes superiores a las positivas, las leyes de la naturaleza o de la historia: “El gobierno totalitario … obedece estrictamente a aquellas leyes de la naturaleza o de la historia de las que, supuestamente, proceden todas las leyes positivas” (líneas 1, 7-8).
La autora considera que este sistema tiene su propia naturaleza, una lógica interna que hace que sea radicalmente distinto de otras dictaduras frecuentes en la historia, e incluso contemporáneas con ese fenómeno, como fueron el franquismo, el fascismo, etc., y es su pretensión de revestirse de racionalidad al apuntalarse sobre leyes que no son las socialmente reconocidas, sino las leyes ciegas y deterministas de la naturaleza o de la historia, leyes que implican un movimiento ineludible.
La teoría darwinista de la evolución de las especies es el fundamento último de la ideología racista nazi, mientras que la doctrina marxista de la evolución de las sociedades es la base del totalitarismo comunista. Ambas son inapelables, y en ellas lo justo y lo injusto, la culpabilidad y la inocencia son nociones que pierden su sentido.
Así pues, el totalitarismo no elude el dilema entre poder arbitrario y legítimo (línea 4), sino que busca justificarse en leyes que no emanan del poder legislativo, sino que son anteriores y más sólidas que aquéllas, leyes que el pensamiento radical del siglo XIX (darwinismo y materialismo histórico) habrían sacado a la luz. De ahí su radical novedad, el hecho de que “la dominación totalitaria nos enfrenta con un tipo de gobierno completamente diferente (a los precedentes)” (líneas 4-5).
Las leyes que fundamentan los sistemas totalitarios de comienzos del siglo XX son leyes del movimiento. La ley de la naturaleza, en la que se basa el nazismo, tiene su fundamento en el concepto de raza, es decir, que existen ciertas razas incapaces y parasitarias y otras capaces y beneficiosas. La ley de la historia, en la que se basa el comunismo, tiene su fundamento en el concepto de lucha de clases, que determina el ascenso de una clase, el proletariado, frente a otra decadente, la burguesía. En la ideología totalitaria ambas leyes sustituyen al derecho natural tradicional y sobre todo a las leyes positivas que se asientan en él, de modo que desaparece todo factor de estabilidad a favor de un movimiento permanente en el que deben desaparecer ciertos individuos, razas o clases perjudiciales.
Hannah Arendt es una de las pensadoras fundamentales del pasado siglo, que centra sus investigaciones en los mecanismos de surgimiento del totalitarismo, el antisemitismo como expresión moderna de la transferencia del chivo expiatorio y la obediencia acrítica a la autoridad como apoyo necesario al ejercicio del mal.
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