El eterno retorno
HISTORIA DE LA FILOSOFIA PARA BACHILLERATO

martes, 10 de junio de 2025
SOLUCIONARIO EXAMEN PAU JUNIO DE 2025
viernes, 2 de mayo de 2025
MODELO DE RESPUESTA DEL EXAMEN DE HISTORIA DE LA FILOSOFÍA DEL 30 DE ABRIL, 2º BTO. "A"
INSTRUCCIONES GENERALES Y CALIFICACIÓN
Después de leer atentamente el examen, responda de la siguiente forma:
· Elija un texto entre A y B y responda a las preguntas que se le plantean abajo correspondientes al bloque 1
· Responda a una de las dos preguntas (A o B) del bloque 2 y del bloque 3
TEXTO A:
La conciencia de la necesidad de entablar relaciones con los individuos circundantes es el comienzo de la conciencia de que el hombre vive, en general, dentro de una sociedad. Este comienzo es algo tan animal como la propia vida social en esta fase: es simplemente, una conciencia gregaria y, en este punto, el hombre sólo se distingue del carnero por cuanto su conciencia sustituye al instinto o es el suyo un instinto consciente. Esta conciencia gregaria o tribual se desarrolla y perfecciona después, al aumentar la producción, al acrecentarse las necesidades y al multiplicarse la población, que es el factor sobre que descansan los dos anteriores. De este modo se desarrolla la división del trabajo (...) Con la división del trabajo, que lleva implícitas todas estas contradicciones y que descansa, a su vez, sobre la división natural del trabajo en el seno de la familia y en la división de la sociedad en diversas familias contrapuestas, se da, al mismo tiempo, la distribución y, concretamente, la distribución desigual, tanto cuantitativa como cualitativamente, del trabajo y de sus productos; es decir, la propiedad.
(Karl Marx: La ideología alemana, Introducción)
TEXTO B:
En cuanto a esta actitud, “el hombre contra el mundo”, el hombre como principio “negador del mundo”, el hombre como medida de valor de las cosas, como juez del universo que llega a poner la vida misma en el platillo de su balanza y la calcula demasiado liviana; pues bien, hemos tomado conciencia del prodigioso mal gusto que supone toda esta actitud y nos repugna. Por eso nos reímos en cuanto vemos al “hombre y al mundo”, puestos uno al lado del otro, separados por la sublime pretensión de la partícula “y”. Pero, ¿qué sucede? Al reírnos, ¿no habremos dado un paso de más en el desprecio del hombre y, por consiguiente, también en el pesimismo, en el desprecio de la existencia que nos es cognoscible? ¿No habríamos caído por ello mismo en la sospecha de una contradicción, de la contradicción entre este mundo donde hasta ahora teníamos la sensación de estar en casa con nuestras veneraciones – veneraciones en virtud de las cuales tal vez soportábamos la vida–, y un mundo que no es otro que nosotros mismos? Habríamos caído, así, en la sospecha inexorable, extrema, definitiva respecto a nosotros mismos; sospecha que ejerce de forma cada vez más cruel su dominio sobre los europeos y que podría fácilmente poner a las generaciones futuras ante esta espantosa alternativa: “¡O suprimen sus veneraciones, o se suprimen ustedes mismos!”
(Friedrich Nietzsche: La gaya ciencia, libro 5º, 346)
CUESTIONES:
1: Sobre el texto elegido (5 puntos)
1.- Identifique la tesis principal defendida en el texto propuesto.
2.- Mediante un pequeño texto justificativo ponga en diálogo con algún otro autor, autora o corriente filosófica perteneciente a la misma o a diferente época la cuestión discutida en el texto.
Respuesta cuestión 1, Texto A
La tesis de Marx parte de una consideración de orden antropológico: el hombre es un ser social. Esa sociabilidad es inevitable, connatural a nuestra condición, y genera una de las formas más inmediatas de conciencia, de representación de nuestra propia situación: “La conciencia de la necesidad de entablar relaciones … es el comienzo de la conciencia de que el hombre vive … dentro de una sociedad” (líneas 1 - 2). Marx califica esta sociabilidad de “animal” (línea 3), vinculándola a lo biológico presente en nosotros. No obstante, puntualiza que la sociabilidad es en el animal un mero componente de su instinto, mientras que en nosotros es algo explícito: “… el hombre sólo se distingue del carnero por cuanto su conciencia sustituye al instinto, o es el suyo un instinto consciente” (líneas 4 - 5).
Rousseau concibe el Estado como libre asociación que gestiona la voluntad común de los ciudadanos, reelaborando la teoría contractualista a la que ya habían apuntado las investigaciones de Hobbes y Locke en el mundo anglosajón: el Estado nace de un pacto de asociación (no de sumisión) entre iguales, basado en una “voluntad general” donde todos ganan, una visión conciliadora e ideal que Marx rechazaría por ingenua. El Estado, en la teoría marxista, es una instancia opresora instrumentalizada por la clase capitalista, fuente de alienación y que la sociedad sin clases surgida de la revolución proletaria eliminará, al ser ya innecesario.
El ser humano, “medida del valor de las cosas” (línea 2) como quería Protágoras, no es solo un ser que ha sobreestimado su propio valor, sino que desvalorizado una realidad de la que interesadamente se excluye, convirtiéndose en “negador del mundo” (líneas 1 - 2), enemigo del único espacio-tiempo que puede habitar, juez cuya sentencia condena una vida que considera “demasiado liviana” (línea 3). Esta condena no puede sino provocar rechazo en un espíritu libre: “… hemos tomado conciencia del prodigioso mal gusto que supone toda esta actitud, y nos repugna” (líneas 4 - 5).
La ficticia separación entre hombre y mundo -sobre la que Nietzsche ironiza al considerar la inmensa carga semántica depositada sobre la conjunción “y” (línea 6)- es ridícula en su pretenciosidad. Pero, a la vez, su refutación puede conducir, por un camino opuesto al denunciado -pero igual de implacable-, a la desvalorización del hombre. “¿No habríamos caído por ello mismo en la sospecha de una contradicción, de la contradicción entre este mundo donde hasta ahora teníamos la sensación de estar en casa con nuestras veneraciones …, y un mundo que no es otro que nosotros mismos?” (líneas 9 - 12). El hombre, tanto si niega la realidad, transfigurándola mediante sus creencias -esas “veneraciones en virtud de las cuales soportábamos la vida” (líneas 11 - 12)-, como si secunda sus impulsos escépticos, acaba por parecer risible, pero con una risa que al final se nos hiela: aumentar -ficticiamente- nuestro valor a costa del mundo, o aumentar el valor del mundo a costa de minusvalorarnos son dos modos de proceder que, al final, nos abocan a idéntico pesimismo.
Tomás de Aquino (1225 - 1274), filósofo y teólogo dominico italiano, máximo respresentante de la Escolástica, que volvió a poner en boga el pensamiento de Aristóteles en occidente, presenta una noción de Dios como instancia explicativa del mundo y del orden que constatamos empíricamente en él. Dios es el creador, la Causa Primera, puesto que todo lo que existe ha sido creado por él y es él el que mantiene su existencia. Es un ser necesario, eterno e inmutable, que lo conoce y lo puede todo. Representa la perfección absoluta y es autosuficiente: no depende, en ningún caso de la Creación, sino que toda la Creación es la imagen de Dios. En la Creación aparecen movimientos o cambios, que proporcionan a los entes la capacidad de perfeccionarse, adquiriendo o perdiendo propiedades. Estos cambios pueden ser sustanciales (afectan a las características esenciales) o accidentales (no afectan a las características esenciales).
Sto. Tomás afirma que es posible la demostración de la existencia de Dios a través de la experiencia sensible, a posteriori. Para ello, se pueden escoger dos caminos: uno negativo, que trata de la exclusión de aquello que no se le puede atribuir (Teología negativa); o uno afirmativo, que consiste en atribuir a Dios las características positivas del hombre.
Para llegar a conocer la existencia de Dios tenemos que recurrir a unas pruebas racionales llamadas Vías, que son argumentos cosmológicos puesto que parten del mundo sensible y van hacia Dios. Son demostraciones a posteriori.
Todas las vías tienen un esquema argumentativo similar:
- El punto de partida es un dato real de experiencia sensible del mundo físico, el efecto.
- En un segundo momento, se aplica el principio de Causalidad (todo efecto tiene una causa y esta debe tener tanta realidad o más que el efecto para producirlo).
- En el tercer momento se niega la posibilidad de que estas causas lleguen al infinito.
- Por último, se concluye en la necesidad de la existencia de un ser supremo.
Las cinco vías son:
1. Vía del movimiento. Parte de la observación de la existencia de movimiento y termina afirmando la existencia de Dios como Motor Inmóvil.
2. Vía de la causalidad. Parte de la existencia de causas en el mundo y concluye en la existencia de una Causa Incausada.
3. Vía de la contingencia. Parte de la contingencia del mundo para llegar a la existencia de un ser Necesario.
4. Vía de los grados de perfección. Parte de la existencia de diferentes grados de perfección en las cosas de este mundo y termina proponiendo la existencia de un ser perfectísimo como causa última.
5. Vía teleológica o finalista. Desde el orden del mundo (todos los seres, incluso los irracionales, actúan por un fin) hasta la inteligencia suprema ordenadora.
Según Sto. Tomás, conocemos las características divinas mediante la analogía: el hombre es análogo a Dios, semejante, pero en distinta proporción.
“El hombre es algo que debe ser superado”, proclama el Zaratustra de Nietzsche. El hombre es ese ser que, asustado ante el torbellino de su propia vida (abocada a ser una continua superación de sí mismo), necesitó acudir a "otros mundos", y, por encima de todo, a Dios , y condenar este mundo como apariencia y tristeza, que necesitó la guía de un ser divino para que le dijera lo que estaba bien y mal y lo que tenía que hacer en la vida. El hombre ha acabado por ser pura renuncia, pura negación de sí mismo y de su vitalidad, pura neurosis que se niega a admitir su deseo.
No siempre fue así, pues en la Grecia pre-socrática los hombres habían expresado la realidad de la existencia a través de la creación estética, articulada por medio de la oposición entre lo dionisíaco (lo desbordante e indiferenciado), y lo apolíneo (la medida y el orden), cuya unificación se daba en la tragedia. Esas dos categorías estéticas se personifican en el hombre intuitivo, “héroe desbordante de alegría”, y en el hombre racional, abocado a la desdicha.
Ese segundo tipo de hombre es el que aparece con el socratismo, con su predominio de lo conceptual y lo intelectual, que encubren un rechazo de la vida que la filosofía de Platón consagra al postular un mundo ilusorio -que califica de “mundo verdadero”- frente al mundo empírico.
El hombre tiene que ser superado, y lo será por el superhombre. Todos nosotros estamos en camino de ello, no somos más que "un puente hacia el superhombre".
El superhombre es el sucesor del hombre, cuyas limitaciones morales supera, renunciando a sueños e ilusiones ultraterrenas para afirmar “el sentido de la tierra”. Sabe que su vida es lo único que tiene en el mundo, y está dispuesto a vivirla por sí misma, sin necesidad de que tenga sentido. No necesita recurrir a instancias superiores que le orienten y le encaucen la vida, le diferencien el bien del mal (moral cristiana), lo verdadero de lo falso (ciencia) ni lo real de lo aparente (metafísica), sino que está dispuesto a enfrentarse a su propia vida cara a cara, y sin pedir explicaciones a nada ni a nadie. El superhombre vive en un mundo libre como nunca lo conoció la cultura de Occidente: un mundo donde se ha restaurado la inocencia del devenir, y que está, por tanto, más allá del bien y del mal.
MODELO DE RESPUESTA DEL EXAMEN DE HISTORIA DE LA FILOSOFÍA DEL 28 DE ABRIL, 2º BTO. "B"
INSTRUCCIONES GENERALES Y CALIFICACIÓN
Después de leer atentamente el examen, responda de la siguiente forma:
· Elija un texto entre A y B y responda a las preguntas que se le plantean abajo correspondientes al bloque 1
· Responda a una de las dos preguntas (A o B) del bloque 2 y del bloque 3
TEXTO A:
La producción de la vida, tanto de la propia en el trabajo, como de la ajena en la procreación, se manifiesta inmediatamente como una doble relación -de una parte, como una relación natural, y, de otra, como una relación social-; social, en el sentido de que por ella se entiende la cooperación de diversos individuos, cualesquiera que sean sus condiciones, de cualquier modo y para cualquier fin. De donde se desprende que un determinado modo de producción o una determinada fase industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación o una determinada fase social, modo de cooperación que es, a su vez, una «fuerza productiva»; que la suma de las fuerzas productivas accesibles al hombre condiciona el estado social y que, por tanto, la «historia de la humanidad» debe estudiarse y elaborarse siempre en conexión con la historia de la industria y del intercambio.
(Karl Marx: La ideología alemana, Introducción)
TEXTO B:
"El mayor acontecimiento reciente -que “Dios ha muerto”, que la creencia en el Dios cristiano ha caído en descrédito- empieza desde ahora a extender su sombra sobre Europa. Al menos, a unos pocos, dotados de una suspicacia bastante penetrante, de una mirada bastante sutil para este espectáculo, les parece efectivamente que acaba de ponerse un sol, que una antigua y arraigada confianza ha sido puesta en duda.
Nuestro viejo mundo debe parecerles cada día más crepuscular, más dudoso, más extraño, “más viejo”. Pero, en general, se puede decir que el acontecimiento en sí es demasiado considerable, demasiado lejano, demasiado apartado de la capacidad conceptual de la inmensa mayoría como para que se pueda pretender que ya ha llegado la noticia y, mucho menos aún, que se tome conciencia de lo que ha ocurrido realmente y de todo lo que en adelante se ha de derrumbar, una vez convertida en ruinas esta creencia por el hecho de haber estado fundada y construida sobre ella y, por así decirlo, enredado a ella".
(Friedrich NIETZSCHE: "La gaya ciencia", libro V, 343)
CUESTIONES:
1: Sobre el texto elegido (5 puntos)
1.- Identifique la tesis principal defendida en el texto propuesto.
2.- Mediante un pequeño texto justificativo ponga en diálogo con algún otro autor, autora o corriente filosófica perteneciente a la misma o a diferente época la cuestión discutida en el texto.
Respuesta cuestión 1, Texto A
La "muerte de Dios" supone el fin de una determinada visión de la existencia, caracterizada por la afirmación de un falso sentido de la vida que el cristianismo ha cimentado en una trascendencia consoladora y falaz, una trascendencia ilusoria que traiciona el "sentido de la tierra", es decir, la inmanencia, el enraízamiento en el "aquí y ahora" que constituyen la única certeza posible para el hombre. Con el abandono de la visión cristiana del mundo, un proceso que había venido desarrollándose desde hace siglos, y que se manifiesta plenamente con la modernidad y la secularización de la cultura -siendo por tanto un fenómeno que se da en primer lugar en las élites intelectuales- se derrumban las falsas certezas que el hombre occidental ha construído en su neurótica huída de la realidad: la "verdad" científica, la "verdad" moral, etc. Con la "muerte de Dios" desaparecen, inevitablemente, los valores absolutos edificados por el idealismo.
Solo unos pocos han sido capaces de vislumbrar con lucidez la naturaleza del proceso: "Al menos, a unos pocos, dotados de una suspicacia bastante penetrante, de una mirada bastante sutil para este espectáculo, les parece efectivamente que acaba de ponerse un sol, que una antigua y arraigada confianza ha sido puesta en duda" (líneas 3 - 5). Esos "pocos" son los filófos que han de asumir el vacío que el derrumbe de las viejas creencias produce, y que, consecuentemente, han de asumir el nihilismo como inevitable punto de partida metodológico, un punto de partida y no de llegada pues Nietzsche no aboga por el nihilismo negativo, constatación de la decadencia de los inoperantes y estériles valores de la tradición judeocristiana, sino por un nihilismo positivo que despeje el panorama intelectual de todo dogmatismo para abrir camino a los nuevos valores que creará el superhombre al aplicar su voluntad de poder a una vida que afirme "el sentido de la tierra".
La ética de Tomás de Aquino (1225 - 1274), filósofo y teólogo dominico italiano, máximo respresentante de la Escolástica, se asemeja a la de Aristóteles -autor cuya a cuya introducción en el pensamiento medieval dio un poderoso impulso- en el sentido de que es eudemonista (considera que el fin de la conducta humana es la felicidad) y teleológica (los hombres actúan proponiéndose fines y escogiendo los medios adecuados para conseguirlos).
La vida del hombre no se agota en la tierra, por lo que la felicidad no puede ser algo que se consiga exclusivamente en el mundo terrenal; puesto que el alma del hombre es inmortal, el fin último de las acciones de éste trasciende la vida terrestre y se dirige hacia la contemplación de la primera causa y principio del ser: Dios.
Santo Tomás añade que esta contemplación no la puede alcanzar el hombre por sus propias fuerzas, dada la desproporción entre su naturaleza y la naturaleza divina, por lo que requiere, de alguna manera, de la ayuda de Dios (la gracia), en forma de iluminación especial que permitirá al alma adquirir la capacidad necesaria para alcanzar la visión de Dios.
Sto. Tomás considera que todos los hombres tienen el deseo de contemplar a Dios, y es por esto que todos ellos poseen los elementos necesarios -las virtudes- para alcanzar ese fin. Las virtudes pueden ser de dos clases: morales, cuyo fin es escoger libremente en la vida sensible las conductas buenas, como son la prudencia, la fortaleza, la justicia y la templanza; e intelectuales, como el arte, la inteligencia, la ciencia y la sabiduría. A esas virtudes se añaden las virtudes sobrenaturales (llamadas también "teologales": fe, esperanza y caridad), cuyo fin es la unión con Dios.
El acto moral es un acto libre de la voluntad destinado a conseguir un bien. Un acto es moral (bueno o malo) si es deliberado. Será bueno si, siendo deliberado, está de acuerdo con el orden de la razón, es decir, si está en armonía con el fin último y, por tanto, contribuye a la realización de la esencia del hombre. Por el contrario, será malo, si no está de acuerdo con él.
Al reconocer el bien como el fin de la conducta del hombre, la razón descubre su primer principio: se ha de hacer el bien y evitar el mal. Este principio es la base de la Ley Moral Natural, es decir, el fundamento de toda conducta. De este principio derivan tres preceptos:
- Conservar la vida
- Transmitir la vida para garantizar la especie.
- Buscar el conocimiento de la verdad sobre Dios y vivir en sociedad.
La afirmación de que el hombre es el producto de la creación corresponde a la Ley Eterna.
De la ley natural emanan las Leyes Humanas Positivas, que son aceptadas si no contradicen la ley natural y rechazadas o consideradas injustas si la contradicen.
Hume engloba tanto la estimulación de los sentidos como las ideas del entendimiento bajo el concepto de “percepción”. Nuestro conocimiento está constituido por percepciones, de las cuales las inmediatas, representaciones actuales intensas y precisas, constituyen las “impresiones”, siendo las “ideas” copias débiles e imprecisas de aquellas. La mente conserva las ideas mediante la memoria y las combina mediante la imaginación, proceso que permite obtener ideas complejas a partir de las simples. Ese proceso ocurre merced a las leyes de la asociación: semejanza, contigüidad espacio-temporal o relación causa-efecto.
En su construcción de las ideas, sobre todo las compuestas, la conciencia tiende a generar supuestos y conceptos falsos, sin correlato real alguno, nociones como “causa” o “substancia” para las que no existe una sensación que les corresponda. Al demoler la noción metafísica de “substancia” Hume afirma que incluso el “yo”, tan caro al pensamiento cartesiano, revela su carácter de construcción, de pretendido núcleo inalterable de la personalidad que acaba por revelarse como falso. En cuanto a la idea de “causación”, es un añadido injustificado a lo que no es sino la constatación de una sucesión en el tiempo, sin que seamos capaces de percibir la conexión interna entre dos fenómenos.
El límite del conocimiento humano está establecido por las impresiones: una idea es verdadera cuando le corresponde una impresión sensible; si no se encuentra ninguna impresión que conecte una idea con una experiencia, entonces la idea es falsa. Este “principio de la copia” conlleva una consecuencia implacable para el conocimiento científico: deslegitima completamente su capacidad para establecer predicciones, dado que una impresión futura -meramente hipotética- no puede fundamentar un conocimiento presente. Cualquier predicción es, en definitiva, producto del hábito o la costumbre: esperamos que la realidad se comporte tal como en el pasado ha venido ocurriendo; solo que tal expectativa no es en propiedad un conocimiento legítimo, sino una creencia.
Un conocimiento basado en la experiencia no puede, además, ser universal y necesario, puesto que la experiencia es siempre concreta y particular. Dado que solo la asociación habitual entre ideas genera la creencia en la existencia de un mundo exterior uniforme y regular, la filosofía de Hume conduce a un escepticismo que no salva ya ninguna verdad absoluta, sino que manifiesta un profundo espíritu anti-dogmático.
miércoles, 22 de mayo de 2024
2º COMENTARIO DE TEXTO HANNAH ARENDT
En la interpretación del totalitarismo, todas las leyes se convierten en leyes de movimiento. Cuando los nazis hablaban sobre la ley de la naturaleza o cuando los bolcheviques hablan sobre la ley de la historia, ni la naturaleza ni la historia son ya la fuente estabilizadora de la autoridad para las acciones de los hombres mortales; son movimientos en sí mismas. Subyacente a la creencia de los nazis en las leyes raciales como expresión de la ley de la naturaleza en el hombre, se halla la idea darwiniana del hombre como producto de una evolución natural que no se detiene necesariamente en la especie actual de seres humanos, de la misma manera que la creencia de los bolcheviques en la lucha de clases como expresión de la ley de la historia se basa en la noción marxista de la sociedad como producto de un gigantesco movimiento histórico que corre según su propia ley de desplazamiento hasta el fin de los tiempos históricos, cuando llegará a abolirse por sí mismo.
ARENDT, Hannah. Los orígenes del totalitarismo.
1.- Comente el texto propuesto. (hasta 2 puntos)
En el presente texto Hannah Arendt, politóloga y periodista germano-estadounidense (1906 – 1975) señala que el totalitarismo es una concepción del estado que se fundamenta en supuestas leyes dinámicas que funcionan al margen de la voluntad humana, siendo por naturaleza autónomas e ineludibles: “En la interpretación del totalitarismo, todas las leyes se convierten en leyes de movimiento” (línea 1).
Esto es así porque la pretensión del gobierno totalitario es presentarse a sí mismo, frente a su posible arbitrariedad, como un modelo político asentado sobre unas leyes superiores a las positivas, las leyes de la naturaleza o de la historia: el evolucionismo darwinista en el caso del nazismo y las leyes dialécticas que rigen el devenir de las sociedades en el caso del comunismo bolchevique (línea 2).
Con esta pretensión, el ser humano queda alienado de los procesos que le afectan, en la medida en que resulta sujeto pasivo de dichos procesos, y no protagonista o impulsor. Las leyes últimas de la realidad socio-política son de suyo ciegas y deterministas, ajenas a la voluntad de quienes las padecen: “... ni la naturaleza ni la historia son ya la fuente estabilizadora de la autoridad para las acciones de los hombres mortales …” (líneas 3-4).
Las dos doctrinas ideológicas señaladas apuntan a una culminación que aparece como su realización última, siendo ésta la toma del poder político ya sea por parte de una etnia superior o de una clase social superior.
En el caso del nazismo estas leyes derivan de las leyes evolutivas expresadas por Darwin, que le llevan a la identificación de la futura raza dominante con la raza aria. En el caso del estalinismo se trata de aplicar unas leyes dialécticas históricas que de manera absolutamente determinista marcan un progreso constante e irreversible sin tener en cuenta a la persona, al individuo, pues el protagonista del proceso es colectivo, el proletariado.
En ambos casos la persona esta reificada, cosificada en una gran maquinaria que solamente responde a esas leyes que se suponen incuestionables e inamovibles.
Hannah Arendt es una de las filósofas más importantes del siglo XX. Nacida en Alemania de origen judío, logra escapar de los nazis y huye a Estados Unidos, donde recompone su vida dando clase en diversas universidades y ejerciendo como reportera del New Yorker. Su reflexión filosófica tiene tres vertientes que son de extraordinario interés: denunciar la proyección del mecanismo social del chivo expiatorio en el pueblo judío, buscar cuáles son las condiciones que permiten el surgimiento de los totalitarismos y diferenciar los conceptos de mal banal y mal radical. Entre sus obras más famosas están Los orígenes del totalitarismo, La condición humana y Eichmann en Jerusalén.
1er COMENTARIO DE TEXTO HANNAH ARENDT
En lugar de decir que el gobierno totalitario carece de precedentes, podríamos decir también que ha explotado la alternativa misma sobre la que se han basado en filosofía política todas las definiciones de la esencia de los gobiernos, es decir, la alternativa entre el gobierno legal y el ilegal, entre el poder arbitrario y el legítimo … Sin embargo, la dominación totalitaria nos enfrenta con un tipo de gobierno completamente diferente. Es cierto que desafía todas las leyes positivas … pero no opera sin la guía del derecho ni es arbitrario porque afirma que obedece estrictamente a aquellas leyes de la naturaleza o de la historia de las que, supuestamente, proceden todas las leyes positivas.
(“Los orígenes del totalitarismo”, 1951)
Exponer las ideas fundamentales del texto propuesto y la relación que existe entre ellas.
En el presente texto Hannah Arendt (1906 - 1975, teórica germano-norteamericana de origen judío) señala la pretensión del gobierno totalitario de presentarse a sí mismo, frente a su posible arbitrariedad, como un modelo político asentado sobre unas leyes superiores a las positivas, las leyes de la naturaleza o de la historia: “El gobierno totalitario … obedece estrictamente a aquellas leyes de la naturaleza o de la historia de las que, supuestamente, proceden todas las leyes positivas” (líneas 1, 7-8).
La autora considera que este sistema tiene su propia naturaleza, una lógica interna que hace que sea radicalmente distinto de otras dictaduras frecuentes en la historia, e incluso contemporáneas con ese fenómeno, como fueron el franquismo, el fascismo, etc., y es su pretensión de revestirse de racionalidad al apuntalarse sobre leyes que no son las socialmente reconocidas, sino las leyes ciegas y deterministas de la naturaleza o de la historia, leyes que implican un movimiento ineludible.
La teoría darwinista de la evolución de las especies es el fundamento último de la ideología racista nazi, mientras que la doctrina marxista de la evolución de las sociedades es la base del totalitarismo comunista. Ambas son inapelables, y en ellas lo justo y lo injusto, la culpabilidad y la inocencia son nociones que pierden su sentido.
Así pues, el totalitarismo no elude el dilema entre poder arbitrario y legítimo (línea 4), sino que busca justificarse en leyes que no emanan del poder legislativo, sino que son anteriores y más sólidas que aquéllas, leyes que el pensamiento radical del siglo XIX (darwinismo y materialismo histórico) habrían sacado a la luz. De ahí su radical novedad, el hecho de que “la dominación totalitaria nos enfrenta con un tipo de gobierno completamente diferente (a los precedentes)” (líneas 4-5).
Las leyes que fundamentan los sistemas totalitarios de comienzos del siglo XX son leyes del movimiento. La ley de la naturaleza, en la que se basa el nazismo, tiene su fundamento en el concepto de raza, es decir, que existen ciertas razas incapaces y parasitarias y otras capaces y beneficiosas. La ley de la historia, en la que se basa el comunismo, tiene su fundamento en el concepto de lucha de clases, que determina el ascenso de una clase, el proletariado, frente a otra decadente, la burguesía. En la ideología totalitaria ambas leyes sustituyen al derecho natural tradicional y sobre todo a las leyes positivas que se asientan en él, de modo que desaparece todo factor de estabilidad a favor de un movimiento permanente en el que deben desaparecer ciertos individuos, razas o clases perjudiciales.
Hannah Arendt es una de las pensadoras fundamentales del pasado siglo, que centra sus investigaciones en los mecanismos de surgimiento del totalitarismo, el antisemitismo como expresión moderna de la transferencia del chivo expiatorio y la obediencia acrítica a la autoridad como apoyo necesario al ejercicio del mal.
lunes, 20 de mayo de 2024
EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE HANNAH ARENDT
Hannah Arendt nació en Hanover, Alemania, en el año 1906. Discípula de Heidegger y de Jaspers, fue una de las pensadoras más influyentes del siglo XX. Dividió su actividad intelectual entre la filosofía y la teoría política. Ha escrito varias obras que han devenido fundamentales sobre el poder, la autoridad y el totalitarismo, y ha sido docente en las universidades de Berkeley, Princeton, Columbia y Chicago, además de ejercer el periodismo. Sus principales preocupaciones filosóficas son los mecanismos de surgimiento del totalitarismo, el antisemitismo como expresión moderna de la transferencia del chivo expiatorio y la obediencia acrítica a la autoridad como apoyo necesario al ejercicio del mal. Falleció en Nueva York en 1975.
El totalitarismo es un doctrina política en la que se defiende el absolutismo estatal y su poder total y absoluto sobre cualquier aspecto de la vida y de las libertades ciudadanas. El sistema opuesto al totalitarismo es la democracia, cuyos principios característicos son la soberanía popular y la división de poderes.
Una democracia pide un espacio político en el que el poder no sea violencia, sino acción concertada. El poder es, así, la coacción no violenta gracias a la cual se imponen las ideas reguladas por un elemento institucional reconocido. Por tanto, hay que restablecer un espacio público que asegure la relación adecuada entre lo privado y lo público, garantice la igualdad política de todos, así como los derechos civiles, los derechos de las minorías y de los refugiados, y el derecho a disentir. Para ello tendrá que favorecer los debates, la asociación de los ciudadanos y toda forma de acción en común. En definitiva, Arendt defiende un valor esencial en el ser humano: la vida activa.
El trabajo de Arendt sobre el totalitarismo le lleva a analizar ejemplos recientes de este fenómeno, como el nacionalsocialismo y el régimen comunista soviético, configuraciones políticas que surgen en el primer tercio del siglo XX y que carecen de antecedentes históricos. Ambos se presentan como movimientos de masas que explotan la frustración y el resentimiento de quienes se sienten aislados y marginados de la sociedad. El movimiento totalitario ofrece a estas personas dominadas por el miedo un sentido de pertenencia y un lugar en el mundo, a cambio de una obediencia ciega y lealtad incuestionable a su líder.
Para extender su dominación, los movimientos totalitarios hacen uso de la propaganda y del terror. Las afirmaciones propagandísticas, repetidas una y otra vez, se presentan como verdades indudables, aunque en realidad proclamen ideas absurdas.
Para Arendt existen dos recursos que fundamentan el discurso totalitario: la ley de la Naturaleza y la ley de la historia. Son leyes del movimiento que rigen los gobiernos totalitarios. La ley de la naturaleza, en la que se basa el nazismo, tiene su fundamento en el concepto de raza, es decir, que hay ciertas razas incapaces y parasitarias y otras capaces y beneficiosas. La ley de la historia, en la que se basa el comunismo, tiene su fundamento en el concepto de lucha de clases, que determina el ascenso de una clase, el proletariado, frente a otra decadente, la burguesía. En la ideología totalitaria ambas leyes sustituyen al derecho natural tradicional y sobre todo a las leyes positivas que se asientan en él, de modo que desaparece todo factor de estabilidad a favor de un movimiento permanente en el que deben desaparecer ciertos individuos, razas o clases perjudiciales. La teoría darwinista de la selección natural de las especies es el fundamento último de la ideología racista nazi, mientras que la doctrina marxista de la evolución de las sociedades es la base del totalitarismo comunista.
Según señala Arendt, «los movimientos totalitarios son organizaciones masivas de individuos atomizados y aislados». Estos movimientos totalitarios han generado un nuevo tipo de ser humano: el individuo aislado, fácilmente manipulable y que conforma las masas, desposeído de sus derechos y aislado de la comunidad política a la que pertenecía. Por ello, el hombre-masa se caracteriza por su falta de relaciones sociales y su aislamiento; el fanatismo y la devoción al líder son formas de intentar huir de ese sentimiento de soledad. La persecución de los enemigos del régimen alimenta un sistema represivo en el que toda la población vive bajo amenaza del terror. El control por parte del Estado en todas las esferas, incluido el ámbito privado, crea un ambiente de inseguridad y desconfianza permanente. Además, hacen uso de los campos de concentración para fomentar el terror entre la población.
Debe establecerse una distinción entre el mal radical y el mal banal. El mal radical es aquél mal que se da cuando uno es consciente de que sus acciones dañarán a los demás, y a pesar de haber pensado y deliberado sobre ello no le importa (o incluso le complace). Es un mal asumido voluntariamente y con pleno conocimiento, y no es perdonable, ya que escapa a los parámetros de arrepentimiento y compunción. Frente a ello, el mal banal se da cuando la persona no reflexiona sobre el acto a realizar ni sus consecuencias, lo que ocurre cuando determinadas acciones dejan de ser pensadas como acciones valorables moralmente y se consideran actos cotidianos, normalizados, sobre los cuales el sujeto se niega a reflexionar huyendo de auto-cuestionarse. Para Arendt, paradigma de esta banalidad del mal es Adolf Eichmann, alto cargo de la SS nazi y partícipe de la solución final, que solo juzga sus actos desde la eficacia productiva y no moralmente.
El totalitarismo es una ideología que quiere, mediante el terror, eliminar la pluralidad y por ello promueve el aislamiento y la soledad: la destrucción de la esfera política de la vida humana y la desaparición de la vida privada. En definitiva, lograr el poder total e ilimitado, transformando a los seres humanos para que abandonen por completo su capacidad de pensar, su aspiración de libertad y su sentimiento de solidaridad con los demás.
Raúl Hernández Montaño
(Fuente: https://eltallerdefilosofia.blogspot.com/)
domingo, 19 de mayo de 2024
HANNAH ARENDT, FRASE CLAVE E IMPORTANCIA FILOSÓFICA
Hannah ARENDT (1906 – 1975)