miércoles, 9 de febrero de 2022

DESCARTES: 2º MODELO DE RESPUESTA A LA CUESTIÓN 1 DEL EXAMEN DE SELECTIVIDAD

Pues bien, por lo que toca a las ideas, si se las considera sólo en sí mismas, sin relación a ninguna otra cosa, no pueden ser llamadas con propiedad falsas; pues imagine yo una cabra o una quimera, tan verdad es que imagino la una como la otra.

No es tampoco de temer que pueda hallarse falsedad en las afecciones o voluntades; pues aunque yo pueda desear cosas malas, o que nunca hayan existido, no es menos cierto por ello que yo las deseo.

Por tanto, sólo en los juicios debo tener mucho cuidado de no errar. Ahora bien, el principal y más frecuente error que puede encontrarse en ellos consiste en juzgar que las ideas que están en mí son semejantes o conformes a cosas que están fuera de mí, pues si considerase las ideas sólo como ciertos modos de mi pensamiento, sin pretender referirlas a alguna cosa exterior, apenas podrían darme ocasión de errar.
Pues bien, de esas ideas, unas me parecen nacidas conmigo, otras extrañas y venidas de fuera, y otras hechas e inventadas por mí mismo.

(René DESCARTES. “Meditaciones Metafísicas”: Meditación Tercera)

1).- Exponer las ideas fundamentales del texto y las relaciones existentes entre ellas.

RESPUESTA:

Encontramos en el presente texto la exposición del argumento que funda la clasificación cartesiana de las ideas en innatas, adventicias y facticias, argumento que conduce a considerar que, de entre todas las operaciones del espíritu, solo los juicios - representaciones que nos remiten a cosas que están fuera del sujeto- son susceptibles de error: "... sólo en los juicios debo tener mucho cuidado de no errar" (línea 7).

Parte el texto de la distinción entre los distintos actos del pensamiento: ideas, voliciones y afectos, y juicios. Las primeras pueden ser concebidas como realidades autónomas, que en la medida en que existen por sí, sin conexión con el mundo objetivo, no pueden considerarse equivocadas: "... las ideas, si se las considera ... sin relación a ninguna otra cosa ... no pueden ser llamadas con propiedad falsas" (líneas 1 - 2); "... si considerase las ideas ... sin referirlas ... a alguna cosa exterior, apenas podrían darme la ocasión de errar" (líneas 9 - 11).

En cuanto a los afectos y voluntades, esto es, los actos propios del sentir y del querer, tampoco cabe error en ellos, en la medida en que son realidades surgidas directamente de mi espíritu, desvinculadas de cualquier conexión con un mundo objetivo -que, de momento, es meramente hipotético-: "... aunque yo pueda desear cosas malas, o que nunca hayan existido, no es menos cierto por ello que yo las deseo" (líneas 5- 6). Emoción y volición no son representaciones del mundo, sino expresiones de mi interioridad, ajenas a cualquier carácter significante.

Solo puede haber falsedad en aquellas ideas que, además de constituir contenidos de mi mente, pretenden representar la realidad, ser imágenes de cosas que existen fuera de mí. Dichas ideas caen bajo el clásico criterio epistemológico de "verdad", que concibe ésta como adecuación entre las cosas y nuestra representación de las mismas, es decir, como la conformidad entre conocimiento y realidad. Fuera de esta función de representación del mundo, no hay posibilidad de error (aunque, correlativamente, tampoco de verdad, o, al menos, de verdad en sentido gnoseológico): "... el principal y más frecuente error que puede encontrarse en ... (los juicios) consiste en juzgar que las ideas que están en mí son semejantes o conformes a cosas que están fuera de mí" (líneas 7 - 9).

Esta triple distinción cartesiana entre ideas autónomas, ideas referentes a objetos que parece que existen fuera de mí e ideas originadas en mí es la que origina la distinción entre ideas innatas, ideas adventicias e ideas facticias con que concluye el párrafo: "Pues bien, de esas ideas, unas me parecen nacidas conmigo, otras extrañas y venidas de fuera, y otras hechas e inventadas por mí mismo" (líneas 12 - 13).

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