miércoles, 9 de febrero de 2022

DESCARTES: 3er MODELO DE RESPUESTA A LA CUESTIÓN 1 DEL EXAMEN DE SELECTIVIDAD

“Así pues, sólo queda la idea de Dios, en la que debe considerarse si hay algo que no pueda proceder de mí mismo. Por “Dios” entiendo una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, que me ha creado a mí mismo y a todas las demás cosas que existen (si es que existe alguna). Pues bien, eso que entiendo por Dios es tan grande y eminente, que cuando más atentamente lo considero menos convencido estoy de que una idea así pueda proceder sólo de mí. Y, por consiguiente, hay que concluir necesariamente, según lo antedicho, que Dios existe. Pues, aunque yo tenga la idea de substancia en virtud de ser yo una substancia, no podría tener la idea de una substancia infinita, siendo yo finito, si no la hubiera puesto en mí una substancia que verdaderamente fuese infinita.”

(DESCARTES, Meditaciones metafísicas, Meditación 3ª)

1). Exponer las ideas fundamentales del texto y las relaciones existentes entre ellas.

RESPUESTA:

El párrafo propuesto presenta la idea de Dios que sostiene Descartes (“...una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, que... ha creado ...todas las ... cosas que existen”, líneas 2 – 4). El autor deduce la existencia de dicha realidad de su definición, en la medida en que la peculiaridad de la esencia divina nos hace descartar el que se trate de una ficción creada por el sujeto: “... por consiguiente, hay que concluir necesariamente, según lo antedicho, que Dios existe” (líneas 6 – 7).

Dios (“res infinita”) va a ser una pieza capital en el desarrollo del sistema metafísico cartesiano, como muestra el hecho de que este fragmento de las “Meditaciones Metafísicas” recalque la circunstancia de que debe descartarse el que sea ficticia: “... en (la idea de Dios) ... debe considerarse si hay algo que no pueda proceder de mí mismo” (líneas 1 - 2). En un momento del desarrollo de su pensamiento en que, afirmado el “cogito” como primera certeza, Descartes parece abocado al solipsismo, a la afirmación de un “yo” con sus ideas como única realidad, fundamentar la idea de Dios como entidad objetiva y auto-subsistente va a ser lo que posibilite el que su sistema no se estanque apenas iniciado. Esa fundamentación es posible porque la idea innata de Dios posee una propiedad muy especial: nos persuade por sí misma de que el ser que es su objeto existe en sí, fuera de la mente que lo concibe: “... eso que entiendo por Dios es tan grande y eminente, que cuanto más atentamente lo considero menos convencido estoy de que una idea así pueda provenir solo de mí” (líneas 4 – 6).

La mecánica interna del texto no deja de recordar la que sustenta el argumento ontológico de San Anselmo, esto es, el paso, en virtud de la singularidad encerrada en la definición de su esencia, a la existencia de esa substancia especial que es Dios, algo que pormenoriza la última frase del texto: siendo yo una substancia finita no puedo concebir la idea de una substancia infinita si no es ésta quien impone su realidad a mi entendimiento: “... no podría (yo) tener la idea de una substancia infinita ... si no la hubiera puesto en mí una substancia que verdaderamente fuera infinita (líneas 8 – 10). Dicho de otro modo, como en la causa debe haber al menos tanta realidad como en el efecto, la causa de la idea del ser infinito no puede ser otra que la misma existencia de dicho ser.

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