miércoles, 22 de septiembre de 2021

6º EJEMPLO DE COMENTARIO DE TEXTO FILOSÓFICO

Cada vida es un punto de vista sobre el universo. En rigor, lo que ella ve no lo puede ver otra. Cada individuo -persona, pueblo, época- es un órgano insustituible para la conquista de la verdad. He aquí cómo ésta, que por sí misma es ajena a las variaciones históricas, adquiere un dimensión vital. Sin el desarrollo, el cambio perpetuo y la inagotable aventura que constituyen la vida, el universo, la omnímoda verdad, quedaría ignorado.

El error inveterado consistía en suponer que la realidad tenía por sí misma, e independientemente del punto de vista que sobre ella se tomara, una fisonomía propia. Pensando así, claro está, toda visión de ella desde un punto determinado, no coincidiría con ese aspecto absoluto y, por tanto, sería falsa. Pero es el caso que la realidad, como un paisaje, tiene infinitas perspectivas, todas ellas igualmente verídicas y auténticas. La sola perspectiva falsa es la que pretende ser la única. Dicho de otra manera: lo falso es la utopía, la verdad no localizada, vista desde "lugar ninguno". El utopista -y esto ha sido en esencia el racionalismo- es el que más yerra, porque es el hombre que no se conserva fiel a su punto de vista, que deserta de su puesto.

(José ORTEGA Y GASSET: El tema de nuestro tiempo, lección 10)

- Exponga las ideas fundamentales del texto propuesto y la relación que existe entre ellas.


RESPUESTA:

El presente texto afirma que la realidad admite diversas perspectivas o puntos de vista desde las que puede ser contemplada, sin que ello implique la falsedad de ninguna de ellas: "la realidad, como un paisaje, tiene infinitas perspectivas, todas ellas verídicas y auténticas" (líneas 9 - 10).

Esto es así porque Ortega no considera al mundo una realidad objetiva e independiente del sujeto, sino como algo referido a él, que justamente constituye esa realidad desde su perspectiva particular: "Cada vida es un punto de vista sobre el universo" (línea 1).

Hay tantos "mundos" como puntos de vista: "En rigor, lo que ella (cada vida) ve no lo puede ver otra" (líneas 1 - 2). Conocemos la realidad según nuestra propia y particular circunstancia, según la ubicación -en el más amplio sentido de la expresión- en que nos hallamos. No existe, pues, una verdad absoluta y total que descubrir, sino distintas apreciaciones parciales de una realidad que en su esencia es la misma (lo cual salva la objetividad del mundo), pero que es captada desde la subjetividad de cada cual: "Cada individuo ... es un órgano insustituible para la conquista de la verdad" (líneas 2 - 3).

La verdad mayúscula del realismo filosófico del pasado queda, en consecuencia, disgregada en pequeñas "verdades" parciales e incompletas que, no obstante, no son incompatibles, sino complementarias. La verdad parcial de cada uno debe completarse con la de los demás. Por tanto, la búsqueda de la verdad nunca puede darse por concluida, es un proceso abierto e histórico, lo cual no quiere decir que la verdad sea histórica ("... por sí misma es ajena a las variaciones históricas", línea 3), sino que su acceso por parte del ser humano sí lo es: "He aquí cómo ésta ... adquiere una dimensión vital" (líneas 3 - 4).

La perspectiva individual es el único modo de captar la realidad, no solo por la radical subjetividad del individuo, sino también por la misma naturaleza cambiante de aquélla. Si la razón "pura" había querido presentar la verdad como algo eterno e inmutable, se impone el adoptar una nueva visión del conocimiento que integre el componente de devenir que es indisociable del mundo. Es justamente esa  "dimensión vital" que supone la doctrina de la perspectiva la que nos presenta un panorama del conocimiento más acorde con la naturaleza cambiante y procesual de la realidad.

Ortega critica la idea de una razón "sustantiva", concebida como un órgano inmutable dirigido a la captación de la inmutable esencia de las cosas, y a la cual se le escapa inevitablemente la realidad cambiante de la vida. Frente a ella, propone una razón vital, capaz de aprehender la realidad temporal que ésta entraña: "Sin el desarrollo, el cambio perpétuo y la inagotable aventura que constituyen la vida ... la omnímoda verdad quedaría ignorada" (líneas 4 - 5).

El error arraigado en la filosofía precedente era el de considerar que la realidad es de una manera determinada con independencia del punto de vista de quien la observara: "El error inveterado consistía en suponer que la realidad tenía, por sí misma ... una fisonomía propia" (líneas 5 - 7). Una realidad así concebida invalidaría cualquier apreciación particular que no coincidiera con esa objetividad que, inevitablemente, resulta inaccesible al sujeto. Solo que la verdad no es un dato, sino un proceso. La "fisonomía" de la realidad se constituye justamente en la contemplación temporal, parcial y valorativa de cada individuo ("persona, pueblo, época", línea 2).

Hay tantas realidades como puntos de vista. Conocemos la realidad según nuestra propia y particular circunstancia, según nuestra perspectiva. Como consecuencia de ello, no existe una verdad "absoluta", sino verdades "fragmentarias". La verdad parcial de cada uno debe completarse con la de los demás, por lo que habrá mayor verdad en la integración de las distintas perspectivas que, reflejando un universo objetivo, son complementarias. Solo aparece como falsa aquella perspectiva que, soslayando su inevitable parcialidad, pretende presentarse como única y excluyente: "la sola perspectiva falsa es la que pretende ser la única" (línea 10 - 11), error que Ortega identifica con la pretensión racionalista de determinar la verdad objetiva.

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