miércoles, 3 de noviembre de 2021

SAN AGUSTÍN: 2º MODELO DE RESPUESTA A LA CUESTIÓN 1 DEL EXAMEN DE SELECTIVIDAD

“Veo que te acuerdas perfectamente del principio indiscutible que establecimos en los mismos comienzos de la cuestión precedente: si el creer no fuese cosa distinta del entender, y no hubiéramos de creer antes las grandes y divinas verdades que deseamos entender, sin razón habría dicho el profeta: “Si no creyéreis, no entenderéis”. El mismo Señor exhortó también a creer primeramente en sus dichos y en sus hechos a aquellos a los que llamó a la salvación. Mas después, al hablar del don que había de dar a los creyentes no dijo: “Esta es la vida eterna, que crean en mi”; sino que dijo: “Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien enviaste”. Después, a los que ya creían les dice: “Buscad y hallaréis” porque no se puede decir que se ha hallado lo que se cree sin entenderlo, y nadie se capacita para hallar a Dios si antes no creyere lo que ha de conocer después. Por lo cual, obedientes a los preceptos de Dios, seamos constantes en la investigación, pues iluminados con su luz, encontraremos lo que por su consejo buscamos”

(Agustín de Hipona, “De libero arbitrio”, Libro II, capítulo 1)

1).- Exponer las ideas fundamentales del texto y las relación existent entre ellas.

RESPUESTA:

Encontramos en el texto la propuesta de San Agustín de hacer de la fe el punto de partida de toda indagación filosófica: “… si… no hubiéramos de creer antes las grandes y divinas verdades que deseamos entender, sin razón habría dicho el profeta: `Si no creyéreis, no entenderéis´” (líneas 1 - 3). El motivo es que entre el contenido de la Revelación y el de la razón hay una diferencia radical (son “cosas distintas", líneas 2 - 3): lo revelado lleva el sello de la autoridad de Dios, a quien debe concedérsele absoluta fiabilidad -la fe consiste en dicha confianza-, mientras que el intelecto humano (razón inferior), por sí mismo, no logra ir más allá de un conocimiento limitado que no satisface los profundos anhelos del alma. Por ello, la propuesta de San Agustín es la de creer para entender, con lo que la fe ilumina a la razón, elevándola al rango de "razón superior".

La sola razón, sin el auxilio de la fe, está incapacitada para acceder a la verdad que es Dios. Por ello, no hay conocimiento de su Ser que no pase por la aceptación del don mediante el cual nos “ilumina”: “El mismo Señor exhortó también a creer primeramente en sus dichos y en sus hechos a aquellos a quienes llamó a la salvación” (líneas 5 - 7). Hay, por tanto, una primacía de la fe sobre la razón, que pasa a ocupar una posición de subordinación, de asistente o “sirviente” de la fe.

En consecuencia, el hombre que busca sinceramente la verdad (como hizo el inquieto Agustín) debe comenzar por un “acto de fe” en lo revelado por Dios. No obstante, no se trata de un acto de ciego asentimiento, sino de confianza, que abre la posibilidad a la acción iluminadora de la Gracia. La Revelación abre los ojos a la razón y la guía: “…al hablar del don que había de dar a los creyentes (el Señor) no dijo: `Esta es la vida eterna, que crean en mi; sino que dijo: `Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien enviaste´” (líneas 7 – 9).

La fe verdadera consiste en creer lo que aún no se entiende para facilitar su futura comprensión. Por ello, la fe se cifra no en la sumisión de la inteligencia, sino en su ponerse al servicio del bien supremo del hombre, haciéndole accesibles las verdades reveladas: “… no se puede decir que se ha hallado lo que se cree sin entenderlo, y nadie se capacita para hallar a Dios si antes no creyere lo que ha de conocer después.” (líneas 9 - 11). La fe presenta anticipadamente al intelecto aquello que éste puede luego asumir con plena racionalidad (o, como dice el autor en “De Trinitate”, “la fe busca, la inteligencia encuentra”).

Finaliza el párrafo con una exhortación a la sincera y valiente indagación intelectual, cuyo fruto garantiza la cita evangélica “Buscad y hallaréis”: “… seamos constantes en la investigación, pues iluminados con su luz, encontraremos lo que por su consejo buscamos” (líneas 12 - 13).

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