miércoles, 3 de noviembre de 2021

EL CONOCIMIENTO EN TOMÁS DE AQUINO

Tomás de Aquino distingue entre dos tipos de conocimiento: el conocimiento sensible, que es el conocimiento directo que tenemos de los objetos individuales a través de los sentidos; y, el conocimiento intelectual, que comprende los juicios elaborados por nuestro intelecto acerca de los objetos individuales.

Santo Tomás sigue la explicación empirista del conocimiento ofrecida por Aristóteles: el entendimiento posee dos capacidades: la de abstracción que permite universalizar, es decir, pasar de la percepción sensible al concepto y la de conocer universalmente (que es la única forma posible de conocer). Mientras que la primera se realiza gracias al entendimiento agente, la segunda, la lleva a cabo el entendimiento paciente. Por ello, el proceso de conocimiento tiene tres fases:

1. Las percepciones sensibles dejan en la imaginación una imagen o “fantasma”.

2. El entendimiento agente abstrae de esas imágenes los conceptos universales y desentiende los particulares.

3. El entendimiento paciente produce el concepto universal o “verbum mentis”.

Todo conocimiento humano es, en última instancia, un conocimiento de Dios. Toda verdad está conectada con Dios, tanto en el sentido de que Dios es el creador, sostenedor y lo que da inteligibilidad a todo lo que es real (sin lo cual no podría haber verdad alguna) como en el sentido de que conocemos a Dios en su creación, pues el mundo es la "revelación física" de Dios. Por lo demás, el objetivo supremo del hombre es la visión de Dios en la otra vida, es decir, un conocimiento puramente intelectual y directo de Él.

Mediante la revelación, conocemos a Dios como causa de sí mismo y de la creación; mediante la razón, conocemos a Dios "a posteriori", a través de las cosas creadas.

Para Tomás de Aquino no hay diferencia entre razón y fe en cuanto a los contenidos, aunque sí en cuanto al método que ambas utilizan y la dirección del proceso cognoscitivo. Santo Tomás distingue entre: verdades naturales, que proceden de la razón humana, con valor demostrativo y que dan lugar a la filosofía y poseen leyes y métodos propios, y verdades sobrenaturales, que proceden de la revelación y de la fe. Algunas de éstas se encuentran al alcance de la razón, y otras la exceden. Ambos conocimientos provienen en último término de Dios, por lo que entre ellos no puede haber contradicción. De esta forma, Sto. Tomás rechaza la teoría averroísta de la doble verdad y por el contrario, considera a fe y razón complementarias, estableciendo la existencia de un terreno "común" a la filosofía y a la teología, que viene representado por los llamados "preámbulos" de la fe, ya que las dos tienen el mismo origen: Dios; aunque la Fe se considera más importante que la razón, a la que caracteriza como "ancilla theologie" (sierva de la teología).

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