miércoles, 3 de noviembre de 2021

TOMÁS DE AQUINO: 1er MODELO DE RESPUESTA A LA CUESTIÓN 1 DEL EXAMEN DE SELECTIVIDAD

"Por consiguiente, digo: La proposición Dios existe, en cuanto tal, es evidente por sí misma, ya que en Dios, sujeto y predicado son lo mismo, pues Dios es su mismo ser, como veremos (q.3 a.4). Pero, puesto que no sabemos en qué consiste Dios, para nosotros no es evidente, sino que necesitamos demostrarlo a través de aquello que es más evidente para nosotros y menos por su naturaleza, esto es, por los efectos".

(TOMÁS DE AQUINO, Summa Teológica, Primera Parte, cuestión 2, art. 1)

1).- Exponer las ideas fundamentales del texto y las relaciones existentes entre ellas.

RESPUESTA:

El párrafo propuesto expone que, no siendo evidente la existencia de Dios, ha de ser demostrada “a posteriori”: “… necesitamos demostrarlo … por los efectos”. (líneas 4 - 5).

El punto de partida de la argumentación es la distinción entre “evidencia” y “demostrabilidad”. Es evidente aquello cuya verdad resulta inmediatamente conocida, mientras que es demostrable aquello que puede ser lógicamente deducido a partir de lo evidente. Tal distinción se remonta, al menos, a Platón, para quien el entendimiento tiene la doble posibilidad de acceder a la verdad de forma inmediata mediante la intuición (noésis, nivel más alto del conocimiento), o gradualmente a través del razonamiento (dianóia).

Un segundo presupuesto del texto es la distinción entre “evidencia en sí” y “evidencia para nosotros”. La existencia de Dios es evidente en sí misma (“… Dios es su mismo ser”, línea 2), pero no para el limitado entendimiento humano, que no puede asumir la verdad del juicio analítico “Dios existe” en tanto no abarca, en su condición presente, la esencia infinita de Dios :“… no sabemos en qué consiste Dios,” (linea 3).

A diferencia de los seres contingentes, Dios es el ser necesario, el ser cuya esencia implica su existencia (“Acto de ser” o “Esse”), según la distinción ontológica que Santo Tomás toma de Avicena, y que es justamente la que funda su crítica al argumento ontológico de San Anselmo: como desconocemos la esencia de Dios, no podemos derivar de ella el que exista.

Por tanto, la existencia de Dios no admite una demostración “a priori”, sino una que parta de lo que es más obvio para nosotros, esto es, del mundo empírico. El Creador será, pues, conocido por su creación, del modo en que la causa es conocida por el efecto en la demostración “a posteriori”: “… necesitamos demostrarlo a traves de aquello que es más evidente para nosotros y menos por su naturaleza, esto es, por los efectos” (líneas 4 - 5).

Santo Tomás muestra en este fragmento su esfuerzo por conciliar exigencia teológica y especulación filosófica, abordando una de las cuestiones que concibe como “preámbulos de la fe” (cuestiones en las que el contenido de la fe cuenta con el asentimiento de la razón, y que muestran lo razonable de un dogma que presenta no como irracional, sino como suprarracional): la existencia de Dios, que, en lo que tiene de instancia racional, explicativa del orden del mundo, ya había sido deducida por su maestro Aristóteles en términos de Primer Motor y Acto Puro.

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