domingo, 13 de noviembre de 2022

EL PROBLEMA DE LA SOCIEDAD EN ROUSSEAU

La doctrina política de Rousseau supone, junto con la de Montesquieu, el máximo exponente del pensamiento político ilustrado. Ambos conciben el Estado como libre asociación que gestiona la voluntad común de los ciudadanos, si bien Montesquieu analiza la naturaleza y mecanismos de un poder legítimo y eficaz y Rousseau reelabora la teoría contractualista a la que ya habían apuntado las investigaciones de Hobbes y Locke en el mundo anglosajón: el Estado nace de un pacto de asociación (no de sumisión) entre iguales, basado en una “voluntad general” donde todos ganan, al garantizarse mediante el acuerdo la libertad y la igualdad de las que gozaban en el “estado de naturaleza”, sancionadas ahora por la convención y el derecho.

Rousseau tiene como meta última reorientar el injusto orden social y cultural de su tiempo, impuesto por la fuerza, hacia un orden nacido de la asociación libre y legítima de hombres libres cuya condición queda elevada a la de ciudadanos en virtud de este pacto constituyente. Solo en sociedad puede el hombre desarrollar su vida intelectual y moral, por lo que el contrato social, antes que una cesión de la propia libertad, es una confirmación de ésta, en la medida en que la protección de la persona y bienes de cada uno posibilita el libre ejercicio de sus derechos, garantizados por el estado de paz y el respeto a las leyes que los ciudadanos se han dado a sí mismos en el ejercicio de su soberanía.

Por ello, "el cuerpo político es también un ser moral dotado de voluntad. Esa voluntad general, tendente siempre a la conservación y bienestar del todo y de cada parte, es el origen de las leyes y la regla de lo justo y de lo injusto para todos los miembros del estado".

Rousseau estableció que la voluntad popular es el único fundamento de la organización política. Es defensor de la soberanía popular que considera debe ser expresada en asambleas.

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