domingo, 13 de noviembre de 2022

KANT: RESUMEN DE LA INTRODUCCIÓN A LA "CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA"


En 
primer 
lugar,
 Kant
 distingue
 entre
 conocimiento 
puro
 y conocimiento
 empírico.
 El
 conocimiento
 empírico
 es
 a
 posteriori,
 es
 decir,
 procede
 de
 la
 experiencia.
 Por
 su
 parte,
 el
 conocimiento
 puro
 es
 a
 priori
 lo
 que
 significa
 que
 es
 absolutamente
 independiente
 de
 la
 experiencia.

 La
 tesis
 de 
Kant
 es
 que
 todo 
conocimiento 
comienza
 con 
la 
experiencia,
 pero
 que
 no todo 
él 
proce de
 
ella, 
sino que 
una
 parte
de nuestro
 conocimiento
 es 
a
 priori.


Si
 estamos
 en
 posesión
 de
 ciertos
 conocimientos
 a
 priori,
 necesitamos
 un
 criterio
 para 
distinguirlos 
de los 
conocimientos
 a 
posteriori. 
Podremos 
distinguir 
el 
conocimiento 
a
 priori
 del
 a
 posteriori
 porque
 aquél
 aporta
 algo
 a
 nuestro
 conocimiento
 que
 no
 puede
 aportar
 la
 experiencia.
 Para
 ver
 qué
 es
 esto
 que
 aporta
 el
 conocimiento
 a
 priori
 debemos
 fijarnos
 en 
las
 características 
del
 conocimiento 
empírico. 
Como 
Hume
 señaló,
 todo
 nuestro
 conocimiento
 empírico
 es
 contingente
 y
 particular.
 Esto
 significa
 que
 todo
 lo
 que
 experimente 
a
 través 
de 
los
 sentidos 
puede
 ser
 de
 otra
 forma
 (contingencia)
 y
 sólo 
me 
da
 información
 sobre
 el
 caso
 concreto
 que
 estoy
 observando,
 no
 permitiendo
 extraer
 conclusiones 
respecto 
a
 observaciones 
futuras
 (particularidad).
 Por 
ejemplo,
 si
 observo 
que
 al
 cortar
 una
 flor,
 ésta
 se
 marchita,
 siempre
 es
 posible
 imaginar
 que
 no
 se
 hubiera
 marchitado,
 de 
hecho, 
una
 persona 
sin 
ningún
 conocimiento
 de 
botánica
 no 
tendría 
por 
qué
 saber
 antes
 de
 cortarla
 si
 se
 va
 a
 marchitar
 o
 no,
 pues
 ambas
 opciones
 son
 posibles.
 Mi
 observación
 simplemente
 me
 informa
 de
 que
 se
 da
 una
 de
 las
 posibilidades,
 pero
 no
 hay
 nada
 en
 mi
 observación
 incompatible
 con
 que
 en
 futuras
 ocasiones
 ésta
 no
 se
 marchite.
 Asimismo, 
no 
hay
 nada 
en 
mi 
observación
 que 
me 
permita 
universalizar
 mis 
conclusiones;
 no
 tengo
 ninguna
 razón
 para
 pensar
 que
 todas
 las
 flores
 que
 sean
 cortadas
 van
 a
 marchitarse.
 
 En
 consecuencia,
 todo
 el
 conocimiento
 empírico
 es
 particular
 y
 contingente.
 Esto
 significa
 que
 si
 hay
 algo
 en
 nuestro
 conocimiento
 que
 no
 sea
 ni
 particular
 ni
 contingente,
 no
 tendrá
 un
 origen
 empírico,
 sino
 a
 priori.
 En
 efecto,
 si
 encontramos
 algún
 conocimiento
 necesario,
 es
 decir,
 que
 no
 podemos
 pensarlo
 sino
 como
 verdadero,
 y
 universal,
 o
 que 
carece 
de 
excepciones,
 entonces
 podemos 
asegurar
 que 
ese
 conocimiento
 no
 tiene
 su
 origen
 en
 la 
experiencia,
 sino 
que 
es 
a
 priori.


La
 cuestión
 ahora
 es
 si
 tenemos
 algún
 conocimiento
 universal
 y
 necesario.
 La
 respuesta
 de
 Kant
 es
 afirmativa.
 En
 primer
 lugar,
 todos
 los
 juicios
 matemáticos
 son
 universales 
y 
necesarios, 
y, 
por 
lo
 tanto, no 
tienen 
su 
origen
 en 
la
 experiencia,
 sino
 que
 son a
 priori.
 Hay 
también
 ciertos 
juicios 
que
 no 
son 
matemáticos 
y
 que 
también 
son

 a
 priori, 
como
 la 
proposición
 “todo cambio 
ha 
de
 tener
 una
 causa”. 
Cuando 
digo
 que
 A
 es 
la
 causa 
de 
B 
no
 estoy
 diciendo
 que
 después 
de 
ocurrir
 A,
de
 manera
 casual 
y 
contingente 
ha
 ocurrido 
B.
 Lo
 que
 digo
 cuando
 afirmo
 la
 relación
 causal
 entre 
A 
y
 B
 es
 que
 entre ambos
 acontecimientos
 hay
 una
 conexión
 necesaria 
y 
universal,
 de
 forma 
que
 siempre
 que
 se
 de
 A,
 se
 dará
 B.
 Por
 otra
 parte 
nuestras 
nociones 
de 
espacio
 o
 de
 substancia 
han
 de ser
 a
 priori
, pues
 podemos
 afirmar
 con
 universalidad
 y
 necesidad 
que 
todo
 objeto 
ocupará 
un 
espacio
 y
 que,
 o 
bien
 será
 una 
substancia
, o
 que 
dependerá
 de 
una 
substancia.

Dado
 que
 estamos
 en
 posesión
 de
 ciertos
 conocimientos
 a
 priori,
 es
 necesario
 investigar
 cómo
 son
 posibles,
 de 
dónde
 proceden
 y 
cuál
 es su
 alcance.
 Esta 
investigación 
es
 necesaria
 para
 evitar
 el
 dogmatismo 
con
 que 
inicialmente 
procede
 la
 metafísica.
 En
 efecto, 
la
 metafísica 
pretende alcanzar
 un
 conocimiento 
racional
 de
 objetos 
que
 están 
más allá
 de 
toda
 experiencia
 posible
 (Dios,
 Libertad,
 Inmortalidad),
 pero 
si
 trata
 de 
llevar
 a
 cabo 
esta
 tarea
 sin 
investigar
 antes 
su 
propia
 capacidad
 para
 realizarla,
 procederá
 de 
forma
 dogmática
 y 
nos
 conducirá
 a
 confusiones
 y
 contradicciones.
 Así,
 es
 necesario
 investigar
 la
 capacidad
 de
 la
 propia
 razón
 para
 producir
 un
 conocimiento
 independiente
 de
 la
 experiencia.
 Ésta
 es
 la
 tarea 
propia 
de 
la 
Crítica
 de 
la 
Razón 
Pura:
 establecer
 hasta 
dónde
 podemos
 ampliar 
nuestro
 conocimiento
 sin
 ayuda
 de
 la
 experiencia,
 qué
 es
 lo
 que
 podemos
 saber
 a
 priori.
 Si
 el
 resultado
 de
 esta
 investigación
 es
 que
 no
 podemos
 ampliar
 ilimitadamente
 nuestro
 conocimiento 
puro,
 habrá 
que
 renunciar
 a 
ciertas
 pretensiones
 de 
la
 metafísica.


El
 problema
 es
 si
 podemos
 ampliar
 nuestro
 conocimiento
 a
 priori.
 Para
 poder
 formular 
esta 
cuestión
 rigurosamente, 
Kant
 debe 
distinguir 
entre
 juicios 
analíticos 
y 
juicios
 sintéticos.
 Los
 juicios
 analíticos
 son
 aquéllos
 en
 los
 que
 el
 predicado
 está
 contenido
 en
 el
 sujeto
 y
 no
 aportan
 información,
 simplemente
 aclaran
 el
 significado
 del
 concepto
 que
 analizamos.
 Kant
 también
 los
 llama
 juicios
 explicativos.
 Las
 ciencias
 contienen
 juicios
 analíticos 
porque
 necesitan 
aclarar
 sus
 conceptos,
 pero 
no
 son 
los 
juicios
 más 
importantes,
 porque
 no
 amplían
 nuestro
 conocimiento,
 no
 nos
 dan
 información
 nueva,
 y
 la
 ciencia
 pretende
 ampliar
 nuestro
 conocimiento.
 Un
 montón
 de
 meras
 aclaraciones
 no
 constituye
 una
 ciencia.
 Aquellos 
juicios 
que 
amplían 
nuestro
 conocimiento 
son
 los 
juicios 
sintéticos.
 En
 ellos
 el
 predicado
 no
 está
 contenido
 en
 el
 sujeto,
 sino
 que
 ambos
 deben
 ser
 conectados.
 También
 pueden
 llamarse
 juicios
 extensivos,
 porque
 extienden
 o
 amplían
 el
 concepto
 del
 sujeto 
añadiéndole
 el 
predicado.
 Esta síntesis 
puede 
darse 
a 
posteriori,
 como
 ocurre
 en 
los
 juicios
 de 
la
 experiencia,
 pero
 también
 puede
 darse
 a
 priori.
 La
 cuestion
es
 que 
los 
juicios
 sintéticos 
a 
priori
 no
 son 
problemáticos
 porque 
la
 síntesis
 de 
sujeto 
y
 predicado
 tiene
 como
 base
 la 
experiencia.

 No
 ocurre
 lo 
mismo
 con
 los
 juicios
 sintéticos
 a
 priori,
 respecto
 a
 los que
 cabe
 preguntarse
 en
 qué
 se
 apoya
 el
 entendimiento
 para
 unir
 el
 sujeto
 y
 el
 predicado,
 sabiendo 
que 
no 
podemos
 recurrir 
a 
la 
experiencia.
 Debe 
haber
 algo
 en 
lo 
que
 basamos 
la
 síntesis 
a
 priori
 que 
no
 es la
 experiencia,
 y
 que 
nos 
permite
 enlazar
 sujeto
 y
 predicado 
de 
un
 modo no 
arbitrario
 o
 caprichoso
, sino 
objetivo,
 necesario
 y 
universalmente
 válido.


La
 pregunta 
por 
la
 posibilidad
 de los 
juicios 
sintéticos
 a
 priori 
es 
importante
 porque
 todas
 las
 ciencias
 teóricas
 los
 contienen.
 Así,
 la
 matemática
 no
 está
 compuesta
 de
 meras
 relaciones 
de 
ideas 
(Hume), sino
 que
 amplía 
nuestro 
conocimiento 
a
 priori.
 En
 el
 caso
 de 
la
 aritmética, 
sostiene 
Kant 
que,
 por
 ejemplo, 
al
 considerar
 el 
concepto 
de 
suma 
de
 2 
y
 5, 
sólo
 podemos 
deducir 
que 
el
 resultado
 será 
otro
 número,
 pero 
no 
qué
 número 
será.
 Cuál
 sea 
ese
 número
 exige 
recurrir 
a
 la 
intuición,
 es
 decir,
 necesitamos 
apoyarnos 
en 
algo,
 calcular,
 para
 encontrar una
 solución
 que
 no
 puede 
alcanzarse
 simplemente
 analizando
 la
 suma.
 Respecto 
a
 la
 geometría
, para
 Kant
 queda
 claro 
que 
las
 afirmaciones
 como
 ‘la 
distancia
 más
 corta 
entre
 dos
 puntos
 es
 la
 línea 
recta’
 son 
a
 priori
, porque 
son
 universales 
y
 necesarias,
 y 
también
 son
 sintéticas,
 porque
 amplían
 nuestro
 conocimiento.
 En
 efecto,
 el
 concepto
 de
 línea
 recta
 no
 contiene 
información
 alguna 
acerca
 de
 distancias,
 por
 lo
 que
 la
 conexión
 entre 
la
 rectitud
 y
 la
 distancia 
más
 corta 
entre
 dos
 puntos
 no
 es 
analítica,
 sino
 sintética.
 En
 física
 hay
 juicios
 como 
‘en
 todas 
las 
modificaciones
 del
 mundo 
corpóreo 
permanece
 invariable 
la 
cantidad
 de materia’.

 En
 este
 caso
, el 
concepto
 de
 materia
 sólo 
incluye 
el
 espacio 
que 
ésta
 ocupa,
 pero 
no
 si permanece
 o
 no
 permanece.
 La
 permanencia
 se
 añade
 sintéticamente
 al
 concepto
 de materia, 
pero 
esta 
síntesis 
es 
a 
priori
, pues 
no 
puede
 obtenerse 
de 
la 
experiencia.

 Si,
 como
 hemos
 visto,
 los 
principios 
de 
todas 
las
 ciencias 
teóricas 
contienen
 juicios
 sintéticos
 a
 priori,
 si 
no
 averiguamos 
cómo
 son
 posibles 
éstos, 
no 
podremos 
explicar 
la
 validez
 de
 las 
ciencias, 
y
 tampoco
 podremos
 decidir 
si 
la
 metafísica
 lo
 es,
 pues,
 de
 ser
 una
 ciencia,
 debería
 contener
 únicamente 
juicios 
sintéticos
 a
 priori.

Llegados
 a
 este
 punto
 ya
 estamos
 en
 condiciones
 de
 plantear
 rigurosamente
 el
 problema
 general
 de
 la
 Razón
 Pura:
 ¿Cómo
 son
 posibles
 los
 juicios
 sintéticos
 a
 priori? Al resolver
 este
 problema
 habremos
 resuelto 
el
 problema
 de 
cómo
 son 
posibles 
la 
matemática
 pura 
y 
la
 física 
pura.
 Nótese 
que 
respecto 
a 
la 
matemática
 y 
la
 física
 no
 se
 pregunta
 si
 son
 posibles
 o
 no,
 pues
 ya
 existen
 como
 ciencias;
 lo
 que
 se
 pregunta
 de
 ellas
 es
 cómo
 son
 posibles, 
y
 responder
 a
 esto
 exige
 responder 
a 
la
 pregunta
 acerca de
 cómo 
son
 posibles 
los
 juicios
 sintéticos
 a
 priori,
 dado
 que
 la
 matemática
 y
 la
 física
 puras
 los
 contienen
 como
 principios 
sin
 los
 cuáles 
no
 podrían 
ser
 consideradas
 ciencias (sin 
ellos 
no
 serían
 universales
 ni
 necesarias).

 Respecto 
a 
la metafísica 
hay 
que reconocer
 que
, de
 momento
, no 
existe
 como
 ciencia.
 Signo 
de 
ello
 es
 que
 no 
avanza 
con
 la
 seguridad
 de
 la matemática 
y 
la
 física.
 Ahora bien,
 aunque 
la
 metafísica 
no
 es 
una
 ciencia,
 sí
 es una
 disposición
 natural
 del
 ser
 humano.
 Las 
preguntas 
de 
la 
metafísica 
surgen 
de
 la
 propia
 razón,
 por 
lo 
tanto cabe
 preguntarse
 cómo
 es
 posible 
la
 metafísica
 como
 disposición
 natural.
 Esta
 disposición 
natural a

 ampliar
 nuestro
 conocimiento 
más 
allá 
de 
la
 experiencia 
puede 
que 
supere
 las 
capacidades 
de
 la
 propia 
razón
 para 
resolver 
las
 cuestiones
 que 
ella
 misma
 plantea.
 Por
 ello 
es 
necesario 
preguntarse
 si
 la
 metafísica
 puede
 ser
 una
 ciencia
 o
 no,
 y
 si
 no
 puede,
 habrá
 que
 establecer
 claramente 
los
 límites 
para 
impedir
 que la 
razón
 se
 extravíe.


Como 
hemos
 visto, 
la
 metafísica 
no 
es
 una
 ciencia
 como
 la 
matemática
 o
 la
 física.
 Estas
 ciencias
 se
 ocupan
 de
 objetos.
 La
 Crítica
 de
 la
 Razón
 pura
 se
 ocupa
 de
 las
 condiciones 
que 
la 
propia
 razón
 impone
 a 
los 
objetos
 para 
ser
 conocidos.
 El
 conocimiento
 de
 esas
 condiciones
 es trascendental,
 pues
 no 
se
 ocupa 
de
 los 
objetos,
 sino
 de
 nuestro
 modo
 de
 conocerlos.
 Kant
 llama
 "Filosofía
 Trascendental" al 
sistema 
de
 todas
 las
 condiciones
 formales
 del
 conocimiento, 
o
, lo 
que
 es 
lo 
mismo,
 la
 Filosofía
 Trascendental
 estaría 
formada
 por 
todos
 nuestros
 conocimientos
 a
 priori,
 tanto
 los
 analíticos,
 como
 los
 sintéticos
 a
 priori.
 
 En
 la
 Crítica
 de 
la
 Razón 
Pura, 
sin 
embargo,
 no
 está 
ese
 sistema
 completo,
 que 
sería
 un
 objetivo
 demasiado 
ambicioso,
 sino 
que
 se
 limitará
 Kant
 a preparar 
el
 camino 
y
 dar 
los
 principios 
a
 partir
 de
 los cuáles
 poder
 construir
 ese 
sistema 
de 
todos
 los 
conocimientos 
puros.
 En 
cierto
 modo, 
ese 
sistema
 de 
los
 conocimientos 
puros
 sustituye 
a
 la
 vieja
 metafísica
 dogmática,
 pero
 limitada
 por 
la 
crítica.
 La metafísica 
crítica,
 a 
diferencia 
de
 la dogmática, 
no 
se
 ocuparía
 de
 los
 objetos en sí mismos,
 sino de la totalidad de las condiciones bajo las cuales se nos dan los objetos.


La
 Crítica
 de
 la
 Razón
 Pura
 se
 dividirá
 en
 dos
 grandes
 partes.
 En
 primer
 lugar
 tendremos
 la
 Doctrina
 trascendental
 de
 los
 elementos
, y
 en
 segundo
 lugar,
 la
 Doctrina
 trascendental del 
método.
 En 
esta
 última, 
Kant 
se 
ocupará 
de 
dar
 las 
indicaciones 
para 
poder
 completar
 el
 sistema
 de
 todo
 nuestro
 conocimiento 
puro,
 que
 en 
la
 primera
 parte
 quedará
 sólo
 esbozado.
 En
 la
 Doctrina
 Trascendental
 de
 los
 Elementos
 Kant
 se
 ocupará
 de
 los
 elementos
 del
 conocimiento,
 pero
 desde
 un
 punto
 de
 vista
 trascendental,
 es
 decir,
 sin
 atender
 al
 objeto
 del 
conocimiento,
 sino 
a las
 condiciones 
subjetivas 
bajo
 las 
cuáles se
 nos 
da
 el
 objeto.
 En 
todo 
conocimiento 
hay 
algo 
que
 nos
 es
 dado 
que, 
posteriormente,
 es
 pensado.
 La
 facultad
 bajo
 la
 cual
 se 
nos 
dan
 objetos 
es 
la 
sensibilidad,
 y
 la
 facultad
 por 
medio
 de la cuál los pensamos es el 
entendimiento.
 Por 
ello
, la 
Doctrina
 trascendental de los 
elementos está,
 a 
su
 vez,
 dividida
 en 
Estética 
trascendental,
 que 
se
 ocupa
 de
 las 
condiciones a
 priori
 de
 todas 
nuestras
 sensaciones,
 y
 la
 Lógica 
trascendental
, que 
se 
ocupará
 de
 las
 condiciones 
bajo
 las
 cuáles 
pensamos
 los
 objetos 
que
 nos
 son
 dados 
mediante 
la 
sensación.

(Fuente: https://es.scribd.com/doc/78953825/Resumen-de-La-Introduccion-a-La-Critica-de-La-Razon-Pura)

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