sábado, 10 de diciembre de 2022

EL PROBLEMA MORAL EN NIETZSCHE

Friedrich Nietzsche construye una crítica demoledora de la moral occidental, a la que tiene por una instancia represora de la voluntad y de la vitalidad humanas. Considera que su aparición es un error fruto del error de la metafísica y del cristianismo, puesto que es una moral de utilidad de la que se sirven los más débiles para medrar en un mundo en el que no disponen de otro recurso eficaz.

Ese proceso se inicia con Sócrates, en quien una racionalidad reductora de la complejidad de lo real sustituye a la plenitud de los instintos, y se continúa en su discípulo Platón, iniciador de una interpretación moral del ser para la cual la idea suprema es la idea del Bien. Con ellos se instaura un nefasto formalismo moral, una pretendida universalidad y objetividad de los valores que esconde en realidad preferencias de índole afectiva, particularmente el resentimiento, típico -dice Nietzsche- de los sacerdotes.

El cristianismo, que tomó como base filosófica al platonismo, erigió una moral que se sustenta en los conceptos de "pecado", "culpa", "arrepentimiento", etc. Para Nietzsche la moral que propugna el cristianismo va directamente contra la naturaleza humana, condenando el instinto y proponiendo como modelo su frustración y represión.

En una línea que anticipa las teorías de Freud, Nietzsche critica la llamada “conciencia moral” como una instancia masoquista sustentada en la inhibición de los instintos, en particular, del instinto de crueldad que, refrenado en su desarrollo hacia lo exterior, se ha vuelto contra el hombre mismo.

En consonancia con su reivindicación del mundo cultural pagano, Nietzsche opone a la “moral de esclavos”, que en la cultura occidental –“nutrida de sangre de teólogos”- representa el cristianismo, una “moral de señores”, orgullosa, creativa y caballeresca.

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