viernes, 30 de diciembre de 2022

EL PROBLEMA MORAL EN ORTEGA

La vida para Ortega no es la vida en general, sino la concreta, la mía. En ella aparecen los otros, otras vidas, otras perspectivas, con las cuales se establece una relación que aparece como una “solidaridad de soledades”. Con ello quiere reconocer el carácter particular de los otros: somos idénticos pero en la diferencia, o somos diferentes desde una igualdad humana. Por eso la convivencia humana es conflictiva, aunque capaz también de mediar en los conflictos y aunar soledades en proyectos de convivencia.

En el momento en que vive Ortega, lleno de conflictos, convulsiones sociales y donde la pérdida de identidad a favor de la masa, de las mayorías, empieza a ser un importante problema, la reivindicación de la soledad radical y del ensimismamiento se convierte en una reivindicación ética, puesto que la vida en sociedad no debe suponer la pérdida de sí. Cuando la radical soledad se pierde, se disimula o se hace irreconocible, corremos también el riesgo de que desaparezca una experiencia ética y vital fundamental: la responsabilidad.

Somos responsables al elegir libre y justificadamente posibilidades que nos brinda la circunstancia. Si decido entre posibilidades de hacer mi vida, es porque puedo escoger, porque tengo libertad para escoger. Vivir es vivir en un mundo abierto, un mundo de posibilidades, no un mundo cerrado y hermético. Ahora bien, las posibilidades no son ilimitadas, sino limitadas por las circunstancias que habitamos. Elegimos dentro de lo posible, y en ello radica nuestra libertad. El hombre no puede vivir más que eligiendo, decidiendo a cada instante, superponiendo sus proyectos sobre la circunstancia para convertirla en mundo y hacerse a sí mismo. Necesita saber a qué atenerse, pensar, razonar, … El concepto de “razón vital” aplicado a la iniciativa moral del hombre conlleva que nuestros proyectos, decisiones y acciones nos definen. Ortega entiende que nuestra vida nos es dada, pero no hecha, sino por hacer: tenemos que elegir a cada instante qué vamos a hacer, quién vamos a ser. Vivir es un proyecto que está definiéndose –y definiéndonos- contínuamente.

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