domingo, 3 de octubre de 2021

PLATÓN: 3er EJEMPLO DE COMENTARIO DE TEXTO

- Y el alma, este ser invisible que marcha a un paraje semejante a ella, paraje excelente, puro, invisible, esto es, a los infiernos, cerca de un Dios lleno de bondad y de sabiduría, y a cuyo sitio espero que mi alma volará dentro de un momento, si Dios lo permite; ¡qué!, ¿un alma semejante y de tal naturaleza se habrá de disipar y anonadar, apenas abandone el cuerpo, como lo creen la mayor parte de los hombres? De ninguna manera, mis queridos Simmias y Cebes; y he aquí lo que realmente sucede. Si el alma se retira pura, sin conservar nada del cuerpo, como sucede con la que, durante la vida, no ha tenido voluntariamente con él ningún comercio, sino que por el contrario, le ha huido, estando siempre recogida en sí misma y meditando siempre, es decir, filosofando en regla, y aprendiendo efectivamente a morir; ¿no es esto prepararse para la muerte?…

(Platón: “Fedón)


El texto que estamos comentando expone la suerte que aguarda al alma cuya existencia terrenal ha seguido la provechosa senda del conocimiento, alma que se encamina a la bienaventuranza: “…marcha a un paraje semejante a ella, … excelente, puro, invisible, … cerca de un Dios lleno de bondad y de sabiduría” (líneas 1 - 2).

Toda alma, esencia personal, espiritual e inmortal, se hace, con la vida que ha llevado, acreedora de una suerte ultraterrena, que en el mejor de los casos supone su retorno al mundo inteligible, que es su verdadera morada, liberándose así de un mundo material al que ha sido arrojada y en el que se siente prisionera. Dicha suerte es la que Sócrates aguarda para sí, lo que le consuela en el trance de morir (“… a cuyo sitio espero que mi alma volará dentro de un momento.”, línea 3).

La alternativa es, en el pensamiento de Platón, su vuelta a la condición mortal, es decir, a la caverna, al reino de apariencias y sombras en que consiste la realidad del mundo sensible. En ningún caso acepta el autor la idea de una aniquilación o corrupción del alma, algo que el diálogo “Fedón” descarta, puesto que solo cabe corrupción de lo compuesto; el alma, que es simple, no puede experimentar dicho proceso: “¿Un alma semejante y de tal naturaleza se habrá de disipar y anonadar, apenas abandone el cuerpo, como lo creen la mayor parte de los hombres? De ninguna manera, …” (líneas 3 - 5).

El párrafo comentado queda abruptamente interrumpido en la exposición del destino que aguarda al alma purificada, -“… que, durante la vida no ha tenido voluntariamente con él (el cuerpo) ningún comercio, sino que … le ha huído, estando siempre recogida en sí mismo y meditando siempre” (líneas 7 - 9)- con la consideración, que anticipa el planteamiento estoico, de la filosofía como “preparatio mortis”: “¿no es esto prepararse para la muerte?” (línea 10).

La verdadera morada del alma se halla en el más allá, por lo que liberarse de su condición mortal es antes una liberación que una tragedia. El auténtico filósofo, como muestra ser Sócrates en el diálogo “Fedón”, no teme morir, sino que acepta el fin de su vida como el cumplimiento de una exigente tarea de la que al fin puede descansar.

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