Aristóteles fue discípulo de Platón en la Academia, y su sistema
empirista se constituye a partir de la crítica a los postulados de su
maestro. Él parte de la observación directa de la naturaleza y de los
cambios que en ella ocurren. Esto le revela que la “Physis” es una
realidad integrada por una multiplicidad de seres en movimiento (el
concepto de ser se predica en sentidos diversos, por analogía). El
cambio o movimiento es el paso de la potencia (capacidad que tiene una
substancia de transformarse de acuerdo con su naturaleza) al acto
(perfección actual que presenta).
Los objetos del mundo
material son descritos como compuestos de materia (substrato o sujeto
del cambio) y forma (principio fundante de la substancia individual). El
cambio substancial es un cambio de forma, una metamorfosis, lo que implica generación al aparecer una nueva forma y corrupción al disgregarse. Cuando el
cambio afecta a determinaciones formales externas (movimiento
cualitativo, cuantitativo y local) hablamos de cambio accidental. Los
accidentes son modos de ser que existen como afecciones de la
substancia, que existe en sí. El cambio se explica a partir de cuatro
causas: material, formal, eficiente (ser en acto del que proviene el
movimiento) y final (el "para qué" ocurre el cambio, la meta buscada).
La metafísica es, en Aristóteles,
el estudio del ser en general, de sus propiedades trascendentales y de
las verdades evidentes e indemostrables, y se subdivide en ontología y teología (estudio racional del Ser absoluto, Dios). También caracteriza a la
ciencia como conocimiento causal de lo universal y necesario, apoyado en
una lógica cuya estructura deductiva consideraba Kant que Aristóteles
había dejado “conclusa y perfecta”. Finalmente, son de reseñar sus
aportaciones a la biología (clasificación de las especies en vertebrados
e invertebrados, primera teoría de la generación y de los caracteres
hereditarios), la psicología, la historia, y la estética.
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